Celso Calfullan Campos y Patricio Guzmán Sinkovich
De la esperanza del Socialismo con empanadas y vino tinto a la dictadura terrorista
Este 11 de septiembre de 2024 se cumplirá el aniversario 51 del golpe militar que ahogó en sangre los sueños de millones de chilenos que querían construir un país más justo y solidario, un país justo, democrático y socialista. A pesar de que han pasado casi cinco décadas desde aquel fatídico día, la burguesía y sus lacayos en el gobierno no han logrado que los trabajadores olviden y perdonen a los criminales que segaron tantas vidas obreras y juveniles de una forma absolutamente cobarde. Miles de familias nunca consiguieron hacer el duelo por sus familiares secuestrados y presuntamente asesinados, porque los uniformados y civiles culpables amparados en un pacto de silencio se niegan a dar los datos del destino de miles de secustrados por los aparatos del Estado devenido en terrorista.
Hay que recordar que el proceso chileno se dio en plena guerra fría, para las potencias capitalistas, especialmente para los EEUU, la nacionalización de sus grandes empresas dañaron sus intereses materiales pero además al imperialismo norteamericano le parecía inaceptable desde el punto de vista geopolítico perder un segundo país satelite después de Cuba en su «patio trasero» latinoamericano y el mal ejemplo para muchos paises subdesarrollados que podían seguir el ejemplo chileno en la recuperación de sus riquezas básicas. A pesar del boicot al gobierno de la Unidad Popular de parte del imperialismo y de la burguesia nacional, de la crisis que provocó desabastecimiento, de la inflación desbocada, de la confrontación social y crispación política que caracterizaron la polarización del periodo, el apoyo al gobierno popular aumentaba en lugar de hundirse como esperaba la oposición burguesa.
El gobierno popular del presidente Allende fue el mejor que haya tenido la Clase trabajadora en toda la historia de Chile
Sin duda el gobierno popular del presidente Allende fue el mejor que hayan tenido los trabajadores en toda la historia de Chile. Se realizaron grandes conquistas nacionales y sociales como la nacionalización de la gran minería del Cobre, del Hierro, del Carbón etc. La aceleración de la Reforma Agraria, la creación del Área de Propiedad Social con todas las empresas expropiadas, la revolución cultural cuyas huellas estan presentes hasta ahora, las medidas en favor de la infancia como el medio litro de leche diario para todos los niños, las vacaciones para niños y jovenes en campamentos de verano y así muchas otras medidas de mejora de la calidad de vida del pueblo trabajador.
El presidente Salvador Allende permaneció en su puesto en la Moneda durante el golpe de Estado y pagó con su vida su enteresa. A pesar de los largos años de calumnias contra el presidente martir, y del giro a la derecha de los dirigentes del PS reunificado que dejaron en el pasado las aspiraciones revolucionarias del Socialismo Chileno y olvidaron a Salvador Allende, e incluso apoyaron la candidatura de Patricio Aylwin como primer presidente civil tras el fin de la dictadura en el marco de la coalición «Concertación por la Democracia». Aylwin como presidente del Senado había impulsado la declaración de inconstitucionalidad del gobierno popular para dar cobertura legal al golpe de Estado y en los primeros años había apoyado abiertamente la dictadura civico militar. Sin embargo el pueblo chileno no ha olvidado a su presidente mártir como quedó demostrado cuando Salvador Allende en 2008 fue designado «el más grande de los chilenos» por votación popular en el programa “Grandes Chilenos de Nuestra Historia” del canal estatal Televisión Nacional de Chile (TVN).
El gobierno de la Unidad Popular estuvo marcado por el desarrollo general del Poder Popular que empoderó al pueblo trabajador organizado en Cordones Industriales, Comandos Comunales y Juntas de Abastecimientos y Precios JAP, a esto hay que sumar el crecimiento exponencial de las organizaciones de los partidos y juventudes de izquierda. Un poder dual de la clase trabajadora se alzaba al lado de la institucionalidad tradicional del Estadi burgués. También por primera vez, la Central Única de Trabajadores, hasta entonces una organización de hecho, recibió personalidad juridica y tuvo participación activa en el gobierno.
Para enfrentar el grave problema de desnutrición infantil se implementaron o masificaron programas como el medio litro de leche para todos los niños. Se aceleró la Reforma Agraria y se recuperó el cobre, la mayor riqueza de país con la nacionalización de la gran minería (cobre, carbón, salitre, hierro, etc.) así como el grueso de la banca pasaron a control de Estado, los monopolios y la gran empresa. La mayor parte de las viviendas obreras construidas en esa epoca siguen hasta ahora en buenas condiciones y ahora son consideradas viviendas de clase media. Hubo esfuerzos para abrir la educación superior a los hijos de trabajadores. La cultura tuvo un florecimiento espectacular, en el ámbito de la música se desarrolló el movimiento de la Nueva Canción chilena. Se masificó el acceso al Teatro y la música selecta. La editorial Quimantú, nacida partir de la vieja Zig Zag expropiada, democratizó el acceso al libro, hizo las ediciones de libros con los tirajes más masivos y a precios modicos de la historia de Chile hasta el día de hoy, abriendo además nuevos canales de distribución a través sindicatos y organizaciones sociales. Se editaron especialmente cuentos y novelas de autores chilenos y de la literatura universal, por supuesto también obras de pensamiento socialista, algunas de autores «purgados» por el estalinismo, tales como el Programa Bolchevique de Bujarin, La Historia de la Revolución Rusa de Trotsky, entre muchos otros clásicos. El gobierno socialista encabezado por Salvador Allende dió un sentimiento de profunda dignidad al pueblo trabajador chileno.
Desde antes que Salvador Allende asumiera la presidencia el gobierno de Nixon trató de impedir que accediera y provocar la intervención militar, luego trabajó para desestabilizarlo, bloquearlo económicamente y promover el golpe de Estado.
Estados Unidos buscó un golpe de Estado desde antes que sumiera el candidato electo de la izquierda. Andrés Zalvidar, ministro de Eduardo Frei Montalva, se dirigió al país por televisión presentando un cuadro desastroso de la economía provocado según él por la victoria de Salvador Allende. Apenas resultó vencedor Salvador Allende, Richard Nixon y Henry Kissinger junto con el director de la CIA Richard Helms se pusieron en marcha para impedir el gobierno de Salvador Allende y la «Via chilena al Socialismo» . Nixon declaró «Haremos chillar a la economía chilena».
Como Allende había obtenido una mayoría relativa de acuerdo con la legislación entonces vigente necesitaba la aprobación del Congreso, lo primero que hicieron para boicotear que el presidente electo asumiera la presidencia fue desatar una crisis económica con la masiva salida de capitales del país, y el asesinato del general en jefe de Ejercito por un grupo terrorista de extrema derecha en el que estuvieron implicados los generales Roberto Viaux y Camilo Valenzuela, según puede leerse en «The murder of René Schneider» por Harwood Jr., Charles Judson, el 22 de octubre de 1970 el automovil del general fue interceptado, iba a ser secuestrado en un operativo para impedir la sesión del Congreso, pero se defendió del secuestro y resultó baleado falleciendo posteriormente como consecuencia de las graves heridas el 25 de octubre de 1970, otra versión es que el plan original era secuestrarlo y asesinarlo. Además organizaron una serie de atentados explosivos que atribuyeron a una inexistente Brigada Obrera Campesina y al MIR. Durante todo el gobierno de la Unidad Popular continuaron los atentados de grupos de extrema derecha, especialmente de Patria y Libertad apoyados por la CIA y el boicot económico internacional animado por Estados Unidos. La aventura terrorista de la extrema derecha de octubre de 1970 fue un completo desastre que resultó en lo contrario de lo buscado por los conspiradores, la DC a cambio de su voto en el Congreso a favor de la asunción de Salvador Allende exigió un pacto de garantías constitucionales que buscaban recortar las posibilidades de la izquierda en el gobierno.
Con la llegada de Salvador Allende a la presidencia del gobierno por primera vez la izquierda bajo hegemonía de los partidos obreros llegaba al gobierno con la Unidad Popular, con un programa de profundas reformas sociales y anti imperialistas. Desde el principio dos almas a veces confusamente entrelasadas se encontraban en la coalición de gobierno, un sector reformista liderado por el Partido Comunista que proponía un frente «anti imperialista, anti oligarquico y anti monopolista», Frente Popular o Frente de Unidad Nacional segun la época, alianzas que para ellos incluía a la «burguesia nacional progresista», de otro lado estaba el Partido Socialista que planteaba la necesidad de la revolución socialista, el Frente de Trabajadores como su formulación teórica, eso al menos de manera declarativa porque el PS era una fuerza política diversa, de masas, que encuadraba desde socialdemocratas, nacionalistas de izquierdas hasta socialistas revolucionarios trotskistas. No obstante, durante la Unidad Popular actuaron dos estrategias contrapuestas una institucional desde arriba y otra revolucionaria desde abajo, cada embesida fracasada de la contrarrevolución provocó una radicalización del proceso y de la base social, a veces con resultados muy trascentes, así el paro patronal de Octubre que con amplio apoyo de EEUU buscó desestabilizar al gobierno y paralizar el pais, provocó la ocupación generalizada y la intervención de las empresas que habían adherido al paro, la creacion de los Cordones Industriales, los Comandos Comunales y la masificación de las JAP (Juntas de Abastecimiento y Precios), con ello la emergencia de un poder dual embrionario, el otro hecho de importancia es que el paro patronal termina con la entrada de militares de las tres ramas al gobierno. Puede resumirse el cuadro diciendo que había un alma revolucionaria y un alma reformista en la izquierda chilena, ello no solo se manifestaba como un conflicto entre las cúpulas de partidos y autoridades de gobierno y la base, los de abajo, también permeaba a mucha gente del propio gobierno que hacia suyo el ethos revolucionario.
Paro Patronal de octubre de 1972
En Octubre de 1972 los gremios de propietarios de camiones comenzaron un agresivo paro contra el gobierno de Salvador Allende, la paralización patronal contó el financiamiento encubierto de los EEUU, así como de la prensa reaccionaria encabezada por El Mercurio, y los partidos de oposición, Partido Nacional y Democracia Cristiana también contaron con generosos aportes de Washington, todo lo cual está bien documentado por los papeles desclasificados de EEUU. Con los camioneros como ariete se alinearon todos los gremios empresariales que declararon un paro patronal en Chile, claramente buscaban la quiebra de la economía nacional y con ella del gobierno popular. El 1 de Octubre de 1972 los dueños de camiones declararon un paro indefinido en Aysen, la Confederación Nacional de Dueños de Camiones (CNDC), con el apoyo de otros gremios, convocó un paro nacional indefinido el 9 de octubre, agravándose los problemas de distribución de productos, el gobierno tuvo que declarar el estado de emergencia en 18 provincias. Otros gremios y Asociaciones se fueron sumando a la paralización como el transporte urbano privado, la Confederación del Comercio Detallista, la Confederación de la Pequeña Industria y Artesanado, la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) . El 17 de octubre adhirieron el Colegio Médico de Chile y la Federación de Estudiantes Secundarios de Santiago. Lo mismo hicieron gremios de ingenieros, abogados, odontólogos, profesores, trabajadores portuarios, pilotos de LAN Chile y la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile (FEUC), quedando el país virtualmente paralizado. El 20 de Octubre se organizó el Comando Nacional de Defensa Gremial en el que se agruparon los gremios patronales y las asociaciones profesionales que participaan en el paro patronal, el movimiento consiguió paralizar inicialmente el país. Los trabajadores lanzaron una contraofensiva desde abajo, ocuparon el grueso de las empresas paralizadas y las pusieron en marcha al tiempo que solicitaban al gobierno que designara interventores, además en todos los gremios se organizaron contrapartes «patriotas» para romper el paro de la burguesía. Como ya hemos dicho más arriba el paro patronal terminó el 5 de noviembre de 1972 junto con la entrada de las Fuerzas Armadas al gabinete, el comandante en jefe del ejército, Carlos Prats, asumió en el Ministerio de Interior; el contralmirante Ismael Huerta en Obras Públicas; y el general de Brigada Claudio Sepúlveda Donoso en Minería, esta participación duró hasta las elecciones generales de marzo de 1973. La caja de Pandora se había abierto, Huerta sería posteriormente Ministro de Exteriores de la dictadura civico militar, y luego su representante en la ONU en Nueva York, también fue designado rector de Universidad Técnica Federico Santa María.
El Poder Popular
Los trabajadores entendían claramente la necesidad del poder popular. Lamentablemente la mayoría de los dirigentes de la UP y en particular, de los grandes partidos obreros, como el PC especialmente, no basaron su fuerza en las organizaciones obreras, prefiriendo negociar y entregar nuevas concesiones a la burguesía, como la devolución de las industrias y la dictación de la Ley de Control de Armas, con la cual las fuerzas armadas se dedicaron a amedrentar y desarmar a los pocos trabajadores armados que había, como un paso previo al golpe, con consecuencias desastrosas para la clase trabajadora.
Es necesario sacar las lecciones de este proceso y una de ellas es que no podemos confiar en la burguesía o sus representantes, pactos y alianzas no significan nada para ellos. En el momento en que ven amenazados su poder y privilegios, no vacilan en romper unilateralmente con las reglas del juego democrático, reglas, por lo demás, no hay que olvidar, fueron hechas por la burguesía misma para defender sus intereses.
Necesitamos sacar las conclusiones correctas para que la próxima generación que sin duda se verá confrontada asimilares desafios no cometa los mismos errores y recuperemos todas las conquistas que teníamos hasta el 11 de septiembre de 1973 y desde ahí, pasar a los cambios verdaderamente socialistas.
Después de la dictadura las consecuencias y la impunidad campean por sus anchas
Como parte de los pactos ocultos de la transición de la dictadura civico militar a gobiernos y elecciones al Congreso y demás autoridades electas civiles estuvieron la garantía de continuidad de las privatizaciones a precio vil que enriquecieron a individuos y grupos económicos, y el conjunto de legislación que garantizaría la continuidad del abusivo capitalismo neoliberal en Chile, y de otra parte el pacto para garantizar la impunidad a los princiales responsables de los crimenes de lesa humanidad empezando por el propio Pinochet que incluso se transformó en senador designado. Sin embargo, todos los intentos por lograr la impunidad les reventaron en la cara a los diferentes gobiernos de la Concertación. Eso a pesar de los esfuerzosde los gobiernos de la Concertación por mantener en vigor los pacto de impunidad.
Incluso cuando creían que tenían todo bajo control a fines de los noventa, Pinochet fue detenido en Londres el 16 de octubre de 1998 en Londres en virtud de una orden de captura emanada por el juez español Baltasar Garzón, quien buscaba someterlo a juicio por los asesinatos de varios ciudadanos españoles ocurridos durante la dictadura, lo que terminó echando por tierra todos sus planes anteriores. El Canciller de Relaciones Exteriores, el socialista neoliberal y hoy senador, José Miguel Insulsa, tuvo que intervenir personalmente con el primer ministro laborista británico y consiguió que el ex dictador no fuese extraditado a España, y en cambio fuese liberado y enviado a Chile desde Inglaterra, el 2 de marzo de 2000, el Ministro del Interior británico resolvió liberarlo por razones humanitarias, debido a su estado de salud, con el compromiso que sería encausadoen Chile. En efecto, el Senador Vitalicio fue desaforado por el caso Caravana de la Muerte que llevaba el juez Juan Guzmán. Pero el proceso fue sobreseído por razones de demencia senil en 2002. Finalmente el procesamiento fue dejado sin efecto en 2005. Ese mismo año, fue nuevamente procesado, esta vez por el caso Operación Colombo. Si Pinochet no hubiese sido detenido en Londres en esa oportunidad, no hubiera habido juicios contra los asesinos, torturadores y violadores de los derechos humanos en Chile. Esos juicios sólo buscaban salvar a los criminales de ser extraditados y realmente enjuiciados en otros países.
En Chile, han existido dos instancias (Rettig y Valech I y II) creadas para esclarecer las violaciones a derechos humanos acontecidas durante la dictadura militar (1973-1990). La Comisió Retting fue crada por el presidente Aylwin y se dedicó a la investigación de la violación a los derechos humanos con consecuencia de muerte, ocurridas entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990. Estuvo presidida por el jurista Raúl Rettig e integrada por ocho miembros, de los cuales cuatro estaban vinculados a la derecha política. La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, más conocida como «Comisión Valech», presidida por el monseñor Sergio Valech y luego de la muerte de este por María Luisa Sepúlveda fue creado para esclarecer la identidad de personas que sufrieron privación de libertad y torturas por razones políticas, por actos de agentes del Estado o de personas a su servicio, durante la dictadura civico militar del general Augusto Pinochet. El 18 de agosto de 2011 la Comisión segundo informe (Comisión Valech II). Para impedir el uso de la información recopilada contra los ejecutores de los delitos y crimenes la Ley N.º 19.992 sobre reparaciones a las víctimas, determinó el secreto por cincuenta años de todos los antecedentes aportados por las víctimas. Dicha reserva alcanza explícitamente a los tribunales de justicia. El presidente Ricardo Lagos defendió explicitamente esta medida, y lo sigue haciendo hasta ahora, con el argumento que era para defender la privacidad de las víctimas. Claramente se trata de mantener el pacto de impunidad y librar de juicio y castido a los criminales que asesinaron, torturraon y asesinaron a decenas de miles de militantes de izquierda, sociales y sindicales.Los 53 años de la victoria de la Unidad Popular, y los 50 años desde el golpe de Estado cívico militar, nos encuentran con el gobierno de Gabriel Boric. La actual crisis de delegitimidad generalizada de las instituciones ha sido transparentada por el levantamiento social que comenzó en octubre de 2019, y el proceso constituyente que le siguió que después del triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida a la propuesta de nueva Constitución ha profundizado su giro a la derecha, sin que se supere la crisis política del régimen de capitalismo neoliberal impuesto a sangre y terror por la dictadura . Este modelo político y social fue legitimado y profundizado por los sucesivos gobiernos civiles concertacionistas y de derecha.
Los efectos del golpe de Estado de 1973 y la refundación de la República sobre un nuevo modelo económico y político, el aplastamiento de la cultura y las expectativas del pueblo chileno, el exilio y la emigración masivas, la desindustrialización, la reduccion de las grandes concentraciones de la clase obrera industrial, fueron todo parte de la busqueda de una sociedad en la que el pueblo trabajador dejara de lado la cooperación y la solidaridad generalizada, y en cambio se desarrollara ampliamente el individualismo, y la idea de que «cada cual se salva con sus propias uñas» al tiempo que el Estado abandonaba su papel en el aseguramiento de los servicios sociales que dejaron de ser considerados derechos. La calidad de la educación pública ha sido destruida para dejar lugar al negocio de la educación privada. El resultado es persistente, los profesores son formados en Universidades privadas o estatales con inversión insuficiente. En conjunto la educacion chilena que en un tiempo se ampliaba en cobertura y calidad y llegó a ser un ejemplo en el continente, ahora es mala y mediocre tanto la pública como la privada, los colegios privados suvencionados otorgan educación de peor calidad que los colegios estatales en el mismo nivel socioeconómico, pero tanto la educación de unos como otros deja que desear, lo mismo puede hablarse del fracasado sistema de previsión de capitalización individual, o de la salud privada ahora al borde de la quiebra. Al golpe de Estado y los 17 años de la dictadura, hay que sumar la caída de la Unión Sovietica y de los Socialismos Reales que coincidió con el final pactado a la dictadura, y que facilitó la destrucción y cooptación de las cúpulas de las fuerzas de la izquierda que habían sido protagonistas del gobierno de la Unidad Popular.
En el segundo gobierno de Piñera cuando los gobiernos civiles completaron 32 años en el poder (bastante más de lo que duró la dictadura), en octubre de 2019 se produjo el llamado estallido social, la represión al levantamiento popular fue brutal, decenas de muertos, heridos graves e inválidos por vida, ciegos y cuatrocientos mutilados oculares. Prácticamente muy poco ha cambiado con respecto a los derechos humanos, la impunidad continúa, no solo con respecto a los asesinos sino también con los derechos sociales, de los trabajadores, los jóvenes y sectores populares en general, como son el derecho a la educación, la salud, la vivienda o una jubilación digna. Sin embargo, la revuelta social iniciada en octubre de 2019 marcó finalmente un cambio de época, de alguna manera deformada por el proceso constituyente, la llegada al gobierno de Gabriel Boric y la alianza en el gobierno del Frente Amplio con la ex Concertación y el PC son una muestra de ello. El pueblo trabajador no está dispuesto a seguir soportando abusos y explotación, incluso los principales promotores del rechazo aceptaron en su momento que la Constitución de la dictadura que entró en vigencia durante los gobiernos civiles, está muerta y que tendrán que reformarla. Cuando el levantamiento popular dejó simplemente de ser un problema generalizado de orden publico y se convocó a un Paro Nacional, la casta política entendió que tenía que hacer algo distinto, fue así como con el protagonismo de diputados de la UDI y de Gabriel Boric se llegó al pacto en el Congreso bautizado hermosamente como «Acuerdo por la Paz», que consiguió institucionalizar y controlar parcialmente al principio el proceso constituyente, pero con limites que la Convención no debía traspasar, como los Tratados Internacionales de libre comercio e inversiones extranjeraso el 25% con derecho a veto. La casta política al servicio de la burguesía entro en pánico con los resultados de los candidatos electos, la derecha no consiguió el 25% de bloqueo y algunos partidos históricos que garantizaron la gobernabilidad y la continuidad del modelo capitalista neoliberal como la DC que solo eligió un Convencional, Fuad Chain, entonces presidente del partido que abandonó más tarde en el ocaso de la colectividad. Como ha quedado confirmado en las siguientes elecciones al Consejo Constitucional donde el llamado «centro politíco (DC. PPD y PR)» no consiguió elegir ni un solo consejero. La composición del Consejo quedó claramente escorado a la derecha con una fuerte presenciade la extrema dercha proto fascista del Partido Republicano .
La revuelta social fue la culminación de un largo proceso de reorganización y de reconstrucción del movimiento social que muestra las potencialidades enormes futuras. La derrota con el golpe de Estado y las casi dos décadas de dictadura tuvo un caracter histórico que se siguen sintiendo hasta el día de hoy, por ejemplo en la ausencia de fuerzas socialistas de masas bien implantadas sindical y territorialmente. Es en este contexto histórico que se explica la amplia derrota sufrida por la izquierda en el plebiscito de salida de la propuesta de nueva Constitución, nos tiene que hacer reflexionar sobre sus causas, y la necesidad de superar las agendas de identidades fraccionadas para volver a poner en el centro los intereses centrales de la clase trabajadora, y la recuperación de nuestras riquezas básicas como el cobre, así como una nueva reforma agraria para asegurar la soberanía alimenticia del pueblo chileno y la devolución de tierras a los mapuche, con el objeto de asegurar los recursos para la transición hacia una sociedad igualitaria basada en políticas públicas socialistas. En cierta medida volvemos a la situación que permitió la victoria del socialista Salvador Allende basada en la promesa de nacionalización del cobre, la reforma agraria, la constitución de Área de Propiedad Social y un futuro socialista donde «los únicos privilegiados serían los niños».
La gran diferencia con aquellas décadas de continuo crecimiento de los grandes partido obreros y también del populismo de centro izquierda, y nuestra época es la ausencia de grandes formaciones políticas que pretendan representar abiertamente los intereses de la clase trabajadora y el pueblo, así como los de la nación dependiente del imperialismo. Los partidos socialista y comunista actuales ya no son partidos con cientos de miles de militantes, medios de comunicación y presencia en todas las instituciones de la sociedad, ahora se han reducido a simples cascarones medio vacios para competir en las elecciones, financiados como el resto de los aparatos políticos, generosamente desde el Estado. El fraccionamiento de la izquierda en el Chile actual ha llegado al punto que incluso la mayoría de los grupos musicales famosos de izquierda se ha dividido. La mayor involución sin duda es la del Partido Socialista en el que ha desaparecido su horizonte socialista anticapitalista y su ethos revolucionario y se ha transformado en un aparato baluarte en la defensa y conservación del sistema político y social, que se inició con la dictadura. Que terrible destino para el partido cuyo himno «La Marsellesa Socialista» dice: «Arriba el socialismo obrero que es nuestra liberación. «… Militantes puros y sinceros prometamos jamás desertar. prometamos jamás desertar. Reafirmemos la fe socialista que es deber sin descanso luchar contra el pulpo del imperialismo que a los pueblos desea atrapar. Socialistas a luchar resueltos a vencer, fervor, acción, hasta triunfar nuestra revolución…», Ese es el partido socialista que ahora trasmutado impulsó el TLC con EEUU. y los Tratados con Canadá para asegurar que no se expropiaría su gran propiedad minera, el partido que junto al PC en el gobierno y al Frente Amplio impulsaron con Gabriel Boric la aprobación en el Senado del TPP, el Tratado Progresivo Transpacífico que es lamayor renuncia a la soberanía nacional de la historia de Chile, y la ampliación de un TLC con la Unión Europea en favor de las grandes multinacionales.
Los promotores del golpe
Todos los gobiernos de la Concertación, luego Nueva Mayoría, insistieron en hacernos creer que todos somos culpables del golpe de Estado de 1973. Estas iniciativas no son una casualidad, dado que en estos gobiernos estuvieron uno de los principales partidos que instigaron el golpe, la Democracia Cristiana. Lejos de los aires democráticos con los que se tiñen en el presente, su calidad de instigadores del golpe es irrefutable. No se puede olvidar que la DC, fue precursora del Golpe de Estado de 1973, y la imagen de sus dirigentes declarando desde el Senado la ilegalidad del gobierno popular y golpeando las puertas de los cuarteles aún está fresca.
Después de 51 años de la sangrienta asonada militar, todavía las heridas no cierran en la mayoría de las personas que vivimos esos años de cambios y de esperanzas para la clase trabajadora y la juventud y que durante muchos años sufrimos la represión y las consecuencias de la dictadura, como tampoco es un capítulo cerrado para los jóvenes que aún no nacían en esa época, y requieren una explicación frente a lo que les tocó y toca vivir hasta hoy, como producto del derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular y la involución social, económica, política y culturalde los años que han seguido.
Tenemos que pensar que quienes hoy tienen menos de 40 años, vivieron gran parte de su vida bajo dictadura y que hoy son los jovenes los que más sufren las consecuencias del modelo instaurado por ésta, como lo han demostrado las movilizaciones estudiantiles durante estos últimos años y el levantamiento social de octubre de 2019, es preciso explicarles a ellos, porque tuvimos dictadura y no el socialismo que se pensó construir.
Por esto es tan importante sacar las conclusiones de la Unidad Popular y hacer un análisis honrado de este período y subrayar los éxitos junto con reconocer los errores para no volver a repetirlos.
¿Avanzamos demasiado rápido?
¿Se avanzó demasiado rápido en los cambios? ¿No se transó lo suficiente? ¿Faltó tener la mayoría absoluta de los votos? ¿Se provocó a la reacción para que diera el golpe de estado? Estos son los cuestionamientos recurrentes cuando se habla del tema y que junto a muchos otros hay que tratar de responder.
Una de las frases más usadas es que “avanzamos demasiado rápido”, que queríamos todos los cambios de una sola vez y no entendíamos que las transformaciones de la sociedad tenían que darse en forma gradual, lenta y sin enfrentamientos violentos, es decir a través de la democracia burguesa… paso a paso.
Debemos decir frente a esto que las buenas intenciones no son más que eso. No es posible pensar que la burguesía chilena y las transnacionales se iban a quedar tranquilos viendo como “paso a paso”, se transformaba la sociedad convirtiéndola en socialista hasta que el último paso se concretara.
En 1970, el imperialismo y la burguesía, frente a la posibilidad de que ganara la UP (sólo ante la posibilidad), empieza a mover los hilos de la reacción. Lo primero que hace es intentar un golpe contra Freí Montalva: El “tacnazo” del general Viaux, para impedir el posible ascenso al poder de la UP, maniobra golpista que fracasó.
Posteriormente, una vez que la Unidad Popular había ganado las elecciones en 1970, vino el asesinato del comandante en jefe del Ejército, el general René Schneider, partidario de respetar la Constitución, este crimen perpetrado por la extrema derecha con apoyo de la CIA se quería usar como excusa para impedir la sesión del Congreso que iba a votar la investidura presidencial de Salvador Allende y provocar un golpe militar. Estos acontecimientos muestran cómo se movilizó la burguesía nacional coludida con el imperio norteamericano, para evitar que un gobierno elegido por los trabajadores, siguiendo todas las reglas democráticas, tomara el control del Poder Ejecutivo. Las clases dominantes chilenas nunca han respetado su legalidad cuando sus intereses estan en juego, el periodo 1973 -1973 reafirmó esta regla.
El triunfo de Allende
A pesar de que la UP sacó una mayoría relativa el 4 de septiembre de 1970, analizar esto sólo desde el punto de vista electoral es un error, pero aun así, si se suman los votos de la Unidad Popular y los votos al programa de Tomic (candidato DC), que presentó un programa muy izquierdista que también planteaba cambios profundos al sistema, existían más de dos tercios de la población votante que estaba por modificaciones de fondo a la sociedad de esa época.
Las elecciones municipales de 1971 en Chile fueron una prueba de fuego para el gobierno de Salvador Allende. Esta era la primera elección en su gobierno, en las elecciones municipales la izquierda habitualmente obtenía mejores resultados que en las elecciones parlamentarias. La Unidad Popular salió victoriosa con cerca del 50 % de los votos sumando los partidos que la conformaban, si se suma el 1% que obtuvo la Unión Socialista Popular , formación disidente del PS dirigida por su antiguo secretario general Raúl Ampuero, que apoyó la candidatura presidencial de Allende pero no formaba parte de la UP la izquierda superaba el 50%.
Un año después del triunfo de Allende, la UP en las elecciones municipales, en medio de una grave situación económica, el bloqueo de Estados Unidos y la crisis política, concitó un apoyo de 44,03% de los votos, contra un 55,7% de la CODE, un éxito que superaba las votaciones parlamentarias anteriores de la izquierda.
El Poder Popular
Los trabajadores entendían claramente la necesidad del poder popular. Lamentablemente la mayoría de los dirigentes de la UP y en particular, de los partidos obreros, como el PC y de la direcciones del PS no basaron su fuerza en las organizaciones obreras, prefiriendo negociar y entregar nuevas concesiones a la burguesía, como la devolución de las industrias y la dictación de la Ley de Control de Armas, con la cual las fuerzas armadas se dedicaron a amedrentar y desarmar a los pocos trabajadores armados que había, como un paso previo al golpe, con consecuencias desastrosas para la clase trabajadora.
Es necesario sacar las lecciones de este proceso y una de ellas es que no podemos confiar en la burguesía o sus representantes, pactos y alianzas no significan nada para ellos. En el momento en que ven amenazados su poder y privilegios, no vacilan en romper unilateralmente con las reglas del juego democrático, reglas, por lo demás, no hay que olvidar, fueron hechas por la burguesía misma para defender sus intereses.
Necesitamos sacar las conclusiones correctas para no cometer los mismos errores y recuperar todas las conquistas que teníamos hasta el 11 de septiembre de 1973 y desde ahí, pasar a los cambios verdaderamente socialistas.
La UP ha sido el único gobierno en la historia de Chile que ha recibido un apoyo popular activo tan amplio. La clase trabajadora en su conjunto lo veía como SU gobierno, el cual mejoró considerablemente la calidad de vida de los trabajadores, entregándoles mejoras sustanciales en salud, educación, viviendas, la implementación de una verdadera reforma agraria, así como la devolución de tierras que habían sido usurpadas a los pueblos indígenas, devolviéndoles en los tres primeros meses del gobierno popular, más hectáreas de terreno que el entregado por la Concertación en todos estos años que lleva en el poder. Por primera vez en la historia, la clase obrera se sintió parte de un proceso que la beneficiaba, tomando conciencia de su fuerza y de su rol en los cambios.
La última gran manifestación antes del golpe de Estado congregó 800 mil personas en Santiago, cuando en Chile había poco más de 10 millones de habitantantes y en el gran Santiago alrededor de 3.300.000
El 4 de septiembre de 1973 fuimos 800 mil personas quienes marchamos por la Alameda para celebrar el tercer año de gobierno de la Unidad Popular encabezada por Salvador Allende, rechazar la cotrarrevolución burguesa y apoyar el proceso de cambios sociales en que estaba inmerso el pais. Para medir la masividad de ese número hay que considerar que Chile contaba por entonces con solo 10.307.842 habitantantes y el Gran Santiago con alrededor de 3.300.000 , a pesar de la profunda crisis económica y social del país, manifestaciones multitudinarias se realizaron en todas las ciudades de Chile. Esa enorme capacidad de movilización era la consecuencia de los logros conseguidos en el periodo que se abrió tras la victoria de Salvador Allende en 1973, de la masiva politización, de la auto orgaización obrera, juvenil y popular. Los sueños y esperanzas de un futuro socialista, de igualdad y libertad hicieron que para millones que pudimos vivirlos esos fueran los años más esperanzados y dinámicos de nuestras vidas. Habiamos «tomado el cielo por asalto» y todo parecía posible. En toda la historia de Chile, sin duda el gobierno de Salvador Allende fue el periodo en que mejor vivió el pueblo trabajador de Chile, un periodo de incomparables reformas y conquistas sociales.
Los gritos generalizados el 4 de septiembre de 1973 en aquella gigantesca movilización eran: ‘Mano dura, mano dura, no vivimos por las puras’, ‘Crear, crear, poder popular’, ‘Allende, Allende, el pueblo te defiende’. Los trabajadores y jovees de izquierda estaban ansados de limitarse a marchas, pedían armas al presidente y a los partidos obreros. En esa marcha eran muchos los jovenes obreros que enarbolaban afiches con la leyenda «este es un gobierno de mierda pero es el mío». Señal clara de que no entregaban un cheque en blanco, junto con el desarrollo explosivo de las relativamente pequeñas organizaciones revolucionarias como el MIR y sus frentes de masas, también tuvieron un enorme crecimiento otras organizaciones nuevas que se radicalizaron como el MAPU y la Izquierda Cristiana cuyo origen fueron esciciones de la Democracia Cristiana. Los grandes partidos históricos de la clase trabajadora chilena, el Partido Comunista y el Partido Socialista crecieron hasta sobrepasar 200 mil militantes cada uno de ellos, 350 mil si se consideran a sus juventudes. En el Partido Socialista en que siempre convivivieron tendencias muy variadas, (en esos años desde socialdemocratas, castristas, nacionalistas de izquierda, titoistas hasta socialistas revolucionarias trotskistas) la izquierda del partido se fortalecía de manera ostensible. La discusiones eran intensas, fueron los jovenes de ese tiempo los que dimos el triunfo a Salvador Allende votando abrumadoramente por él. Estos jovenes socialistas eramos parte de la generación de clase trabajadora, y en ocasones de clase media, conmovida por la revolución cubana, la contracultura hippies, el movimiento contra la guerra de Vietnam, el rechazo a la invasión sovietica contra la primavera de Praga, y junto con apoyo intenso al gobierno al mismo tiempo eramos muy criticos, con las vacilaciones y los permanentes intentos de morigerar las movilizaciones, y la incapacidad de dar respuesta al problema militar ante un enfrentamiento decisivo que cada vez se veía más cercano.
De la Victoria popular al golpe de Estado, Camino de derrota
Aunque Salvador Allende fue elegido presidente con el 36,63% que fue la primera mayoría relativa, en las elecciones municipales de abril de 1971, la izquierda obtuvo más del 50% y en la elección complementaria al Senado que se celebró en la Décima Agrupación Provincial (Chiloé, Aysén y Magallanes) para elegir el reemplazo de Salvador Allende que renunció a su cargo de Senador para asumir la presidencia de la República, triunfó Adonis Sepúlveda, el candidato del Partido Socialista, y uno de los dirigentes más representativos de su ala más a la izquierda. Adonis Sepúlveda ganó con el 52,51%. Era el momento en que la Unidad Popular pudo pasar a la ofensiva, y de acuerdo con su programa podría haber llamado a un plebiscito y la disolución del Congreso. Sin embargo, no se aprovechó la oportunidad y el Congreso Nacional practicó permanentemente la obstrucción y el boicot al gobierno popular.
La oposición burguesa cifró todas sus esperanzas en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, confiada en que la crisis económica, social y política en que habían sumido al país le permitiría obtener más de los dos tercios necesarios en el Congreso para acusar constitucionalmente al Presidente Allende, y deponerlo. Aunque los candidatos de la Unidad Popular estuvieron lejos de alcanzar la mayoría, lograron obtener el 43,3 por ciento de la votación, muy por encima del 36,3 por ciento obtenido por Salvador Allende en las elecciones presidenciales de 1970. El Partido Socialista recibió el 18,70% de los sufragios, el Partido Comunista, por su parte, obtuvo 16,36% su más alta votación histórica. La oposición burguesa (Confederación de la Democracia CODE) denunció los resultados como fraudulentos (aunque no pudo probarlo) y la UP los aplaudió como una significativa victoria. La derrota del propósito de la oposición, la reorientó claramente hacia el golpe militar.
Apesar de los resultados positivos para la Unidad Popular, el Congreso conservó mayoria opositora aunque se redujo respecto al parlamento anterior. En el Congreso la «Confederación por la Democracia» (la oposición burguesa) ahora tenía 14 Senadores y 87 Diputados mientras que la Unidad Popular contaba con 11 Senadores y 63 Diputados. Aunque la oposición no podía destituir al presieent Salvador Allende, eligió como presidente del Senado a Patricio Aylwin, y votó una declaración declarando que el presidente de la República se habia colocado fuera de la Constitución, de esta manera daban su apoyo institucional al golpe de Estado.
En el Partido Socialista muchos dirigentes comprendían que había un golpe de Estado en preparación «En la cuestión del Poder no se trata de correlación de fuerzas numéricas, de tener la mayoría. Por ejemplo, si en marzo de 1973 obtenemos un 51% o un 55%, ¿significa que el imperialismo y la gran burguesía dejan de preparar el golpe, no continúan desarrollando fuerzas para derrocarnos? Por lo menos, la experiencia histórica demuestra que, aun estando en minoría, la reacción defiende por la violencia su predominio de clase» (Socialismo chileno, p. 36 Adonis Sepúlveda).
¿El «Tanquetazo» indisciplina de la extrema derecha en el Ejercito o un Ensayo General?
El 29 de junio de 1973 el Teniente Coronel Roberto Souper, del Regimiento Blindado N.º 2 al frente sus blindados se sublevo e intentó un golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende. A este intento se le conoce como el «Tancazo». La sublevación fue derrotada por los efectivos leales al Comandante en Jefe del ejercito, Carlos Prat. Este general quien había sido reemplazado por Augusto Pinochet en la Comandancia de la institución militar podía ser una amenaza para la continuidad del dictador y tras el golpe de Estado sería asesinado por efectivos terroristas de la DINA junto con su esposa en Buenos Aires donde se había exiliado. En cualquier caso la asonada povocó 22 muertos civiles y militares, y fue un adelanto del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.
Tras el fracaso del «tancazo» de junio, Corvalán dio un discurso, irónicamente republicado en la revista del PC británico Marxism Today en septiembre de 1973, en el que alaba «la acción rápida y decidida del comandante en jefe del Ejército, la lealtad de las Fuerzas Armadas y la policía». Rechazando tajantemente la idea de que su partido estaba a favor de una milicia obrera, Corvalán contesta: «¡No, señores! Seguimos apoyando el carácter absolutamente profesional de las instituciones armadas. Sus enemigos no están en las filas del pueblo, sino en el campo de la reacción». Pero Allende y los dirigentes del PSCh también tenían una gran responsabilidad en lo sucedido, ya que habían aceptado la misma política. Por ejemplo, el día 24 de junio, Allende «pidió a sus adherentes entablar un diálogo con aquellos grupos de la oposición que también querían la transformación del país» (se refería a los mismos democristianos que precisamente en esos momentos estaban apoyando a los conspiradores fascistas) e «hizo una advertencia contra la clasificación de las Fuerzas Armadas de ‘reaccionarias’ y evitando así que éstas se convirtieran en una fuerza dinámica en el desarrollo de Chile». ¡Y esto sólo cinco días antes del «tancazo» del 29 de junio! (Luis Corbalán en revista Marxism Today en septiembre de 1973)
Incluso después de consumado el golpe de Estado los dirigentes del Partido Comunista intentaron descargar su responsabilidad, especialmente sobre el MIR, como quedó reflejado en el documento «La ultraizquierda Caballo de Troya del imperialismo». El 11 de septiembre El Siglo, diario oficial de PC, alcanzó a aparecer con un gran titular en su portada «Todos a sus Puestos de Combate», sin embargo el partido ya había decidido no combatir. La comisión política con una incapacidad de entender la profundidad de la contrarrevolución en marcha, decidió esperar antes de hacer un pronunciamento para ver «si los militares clausuraban el Congreso», el PC quedó así paralizado en la hora decisiva.
En cualquier caso el PC pagaria caro su ceguera, pues sus primeros Comites Centrales clandestinos serían brutalmente torturados y asesinados, lo mismo ocurrió con el primer Comité Central clandestino del PS que se reorganizó bajo la dirección de Carlos Lorca, y de Exequiel Ponce todos sus miembros y colaboradores cercanos fueron torturados y asesinados, a excepción de los infiltrados de la CIA y la policia secreta del régimen dictatorial.
Con el protagonismo de las mujeres, en los barrios populares, se organizaron las Juntas de Abastecimientos y Precios JAP para tomar el control de la distribución de los alimentos que la burguesía estaba escondiendo, esto con el próposito de combatir el acaparamiento ilegal, y distribuir los productos a precio oficial entre todos los vecinos inscritos. De esta manera los trabajadores, en todos los niveles de organización intentaron dar una respuesta a la reacción de los patrones, profundizando los cambios, mientras que sectores dentro del gobierno, atemorizados por los acontecimientos, trataba de frenar el proceso revolucionario que se estaba desencadenando. En lugar de hacer llegar armas a los trabajadores organizados que las demadaban la izquierda institucional y reformista trato de congraciarse con la derecha burguesa y las cúpulas de las FFAA aprobando la Ley de Control de Armas, que sirvió antes del golpe a los militares para allanar industrias en busca de armas y aterrorizar a los trabajadores y promovieron con el ministro Hérnan Millas del PC la devolución de empresas ocupadas por los trabajadores en el Paro Patronal de Octubre de 1972.
Que pasó entre el tanquetazo y el 11 de septiembre. No a la guerra civil «Todos a sus puestos de combate».
Frente al golpe de Estado que se esperaba, que a nadie tomó por sorpresa, la clase trabajadora se organizó y le pidió armas al Gobierno para terminar con la reacción, pero el gobierno jamás lo hizó. Allende pareció confiar siempre en su capacidad de maniobra y dialogo, lo traicionó su talante republicano y respetuoso de una legalidad burguesa que la burguesía ya no estaba dispuesta a aceptar.
Los dirigentes socialistas, empezando por su Secretario General Carlos Altamirano tranquilizaban a los mlitantes de izquierda con discursos radicales y consignas como «Avanzar sin Transar», y promesas de distribución de armas «llegado el momento» que nunca se realizaron, y que sólo sirvieron de manera irresponsable para atizar el enfrentamiento sin preparar nada serio para enfrentarlo. El 5 de septiembre de 1973, la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Único de Trabajadores en conflicto envió una carta al Presidente de la Salvador Allende. En ella, le recuerdan el programa de la Unidad Popular exigen medidas urgentes para evitar un golpe de Estado, la dictadura militar y la brutal represión fascista que veían inminente. Llegada la hora Salvador Allende enfrentó con gran valentía pero solo en el palacio de La Moneda el golpe militar, rodeado por algunas algunas decenas de sus partidarios leales que resistieron junto a él y enfrentaron el bombardeo del palacio. Los partidos de la izquierda estuvieron ausentes, ningún dirigente nacional de los partidos Socialista o Comunista le acompañó en esas últimas horas y el presidente Salvador Allende en su último discurso transmitido por radio Magallanes, un verdadero poema político de despedida al pueblo de Chile, dijo … Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos… » no mencionó como se puede ver a ninguno de los partidos políticos que habían sido parte de la Unidad Popular.
En nuestra opinión, Salvador Allende en muchas ocasiones decisivas tuvo una política institucional más cercana al PC que a su propio partido. Una responsabilidad mayor de la catastrofe corresponde a la dirección del Partido Comunista de la época. El Secretario General del PC, Luis Corvalan, publicó un libro titulado «Camino de Victoria», la verdad es que el camino propuesto nos llevó como clase trabajadora a la peor derrota de la historia en nuestro país. Desde las elecciones generales de marzo de 1973, el Partido Comunista lanzó una campaña nacional «Contra la Guerra Civil», que reforzó tras el intento de golpe de Estado, “el Tanquetazo” en junio de 1973. Cuando se produjo el Tanquetazo los trabajadadores y jovenes se prepararon para resistir, y manifestaciones espontaneas llenaron las calles. El 11 de septiembre , sin embargo, la movilización fue mucho menor. La no entrega de las armas prometidas para resistir, la campaña de las FFAA para allanar fabricas, detener trabajadores bajo el pretexto de la busqueda de armamento con la cobertura legal de la ley de Control de Armas votada en el Congreso y la campaña del PC «Contra la Guerra Civil» habían tenido un efecto innegable.
La mayoría de los dirigentes de los partidos de trabajadores, como el PC y el PS, en realidad no tenían planes coherentes para enfrentar el momento y a diferencia del presidente Allende trataron rapidamente de refugiarse en Embajadas Extranjeras, hubo casos de Intendentes, autoridades municipales y gerentes de las empresas estatales que se entregaron voluntariamente porque «yo no he hecho nada», al parecer creyendo ingenuamente la propaganda reaccionaria que el derrocamiento de Allende se debía a delitos cometidos por los izquierdistas. Muchos de ellos simplemente fueron ejecutados.
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