Capitalismo: El sistema que arruina el mundo

Para hacer frente a un cuestionamiento cada vez mayor del capitalismo desde la crisis de 2007-08, los defensores del sistema tratan de justificar teóricamente su permanencia en el poder. El último esfuerzo, del renombrado ex-economista del Banco Mundial Branko Milanović, que afirma en su reciente libro que el capitalismo es ahora indiscutible por primera vez en la historia, es aquí revisado por Peter Taaffe.


Peter Taaffe.

Socialist Party, CIT en Inglaterra y Gales

Como la mayoría de los economistas capitalistas, el autor de este libro aclama lo que proclama como la «victoria» del capitalismo sobre el «socialismo» y el «comunismo». Sin embargo, Branko Milanović va más allá que sus predecesores al tratar de argumentar que la única opción que se ofrece a la humanidad ahora es entre el llamado «capitalismo liberal» ejemplificado por los EE.UU., Europa Occidental y la mayor parte del resto del mundo, y lo que él describe como «capitalismo político», para el cual China y Vietnam son los modelos autoritarios.

Branko Milanovic y su libro: «Capitalismo nada más, el futuro del sistema que domina el mundo», publicado en Septiembre del 2019.

Esto a pesar de que comienza su libro pretendiendo rendir homenaje a Marx y Engels citando el Manifiesto Comunista, y continúa citándolos en todo momento en defensa de sus teorías. Sin embargo, está lejos de ser un marxista; ¡en realidad es un profeta de un capitalismo que todo lo conquista! Milanović se sitúa en el marco de aquellos como Francis Fukuyama, y su falsa perspectiva de que el colapso del Muro de Berlín representaba el «fin de la historia». Fukuyama llegó a la conclusión de que la democracia capitalista liberal era el único sistema político posible a perpetuidad! La lucha de clases, las crisis económicas y los trastornos del sistema capitalista habían sido conjurados, y el futuro pertenecía ahora a un capitalismo no cuestionado.

Las ideas de Fukuyama fueron respondidas teóricamente por nosotros, los marxistas, y brutalmente en la práctica por la crisis económica mundial de 2007-08, el mayor colapso de las fuerzas productivas desde la Gran Depresión del período de entreguerras, 80 años antes. Predijimos de antemano que era más probable que éste fuera el futuro del capitalismo, y esto se ha confirmado en nuestro análisis de las perspectivas económicas y políticas del capitalismo en muchos artículos del periódico  The Socialist y de la revista mensual Socialism Today.

Además, en lugar de predominar el triunfalismo del capitalismo victorioso junto con la tranquilidad política y social prometida, un período de inestabilidad colosal, de trastornos políticos masivos marcados por el surgimiento de populismos de derecha e izquierda, incluso en los países industrializados avanzados, se ha convertido en una característica en toda una serie de continentes y países. La confirmación de esto se ve en los actuales terremotos políticos en toda América Latina, el magnífico movimiento de los jóvenes en Hong Kong, y el desbordamiento de una ira masiva en el Oriente Medio.

La monstruosa concentración de riqueza

Milanović va más allá en este libro argumentando que el capitalismo es ahora el «único gobernante» del planeta y esto «no tiene precedentes históricos». En el pasado, el capitalismo, ya sea en el Imperio Romano, la Mesopotamia del siglo VI, las ciudades-estado italianas medievales, o los Países Bajos en la era moderna, siempre tuvo que coexistir… con otras formas de organizar la producción». Continúa: «Hace tan sólo cien años, cuando apareció la primera encarnación del capitalismo globalizado, el mundo todavía incluía todos estos modos de producción». Sin embargo: «Tras la revolución rusa, el capitalismo compartió el mundo con el comunismo, que reinaba en países que contenían alrededor de un tercio de la población humana. Hoy en día no queda nada más que el capitalismo, excepto en zonas muy marginales sin influencia en los acontecimientos mundiales».

El autor trata de explicar que el capitalismo ya no tiene competidores porque China tiene ahora el 80% de la producción en el sector privado, frente a poco menos del 50% a finales de los años noventa y efectivamente 0% antes de las reformas de 1978. Además, existe un proceso de «convergencia» en la concentración de la riqueza en manos de una élite plutocrática en todo el mundo.

Milanović es, por supuesto, el creador de la famosa y muy citada «gráfica del elefante». Este buscaba mostrar que los países de bajos ingresos del mundo están alcanzando rápidamente al capitalismo occidental. Sin embargo, él mismo muestra que «Suiza está 53 veces mejor que la India», ¡con casi cien veces más riqueza por adulto! No obstante, afirma que «las economías de bajos ingresos del mundo están alcanzando rápidamente el nivel de Occidente».

La gráfica de Milanovic se asemeja a un elefante, como se muestra en el esquema de la derecha.

El cuerpo principal del elefante muestra el crecimiento de los ingresos del grueso de la población mundial. La trompa que se curva hacia abajo captura a las desafortunadas «clases medias occidentales», entre las que incluye a importantes secciones de la «clase trabajadora blanca» estadounidense que apoya a Trump. Finalmente, la trompa se inclina hacia arriba para reflejar las grandes ganancias del «1%» más importante de Occidente, en realidad el 0,1% de la población, una nueva élite plutocrática que gobierna efectivamente el mundo capitalista.

Es cierto que el círculo de elegidos de las élites globalizadas de China, EE.UU. y otros lugares «nunca lo ha tenido tan bien». Pero esa no es la realidad para la mayoría de los países pobres, en el mundo neocolonial o incluso entre la clase trabajadora de los países industrializados antes «avanzados». Milanović también afirma que casi todo el mundo se beneficia de lo que él llama «convergencia global», en términos de ingresos y niveles de vida. Esto es más evidente en la parte superior de la sociedad que entre los de abajo.

Las grandes excepciones, dice, son los obreros de Occidente que «es probable que sientan la presión durante las próximas décadas». Sin embargo, afirma que el apoyo en Asia a su nueva versión del capitalismo, que lo ha conquistado todo, es elevado: 91% de los vietnamitas se declaran partidarios de la globalización, frente a sólo 37% en Francia. Sin embargo, recientemente en Gran Bretaña, hemos sido testigos del terrible espectáculo de los inmigrantes vietnamitas afectados por la pobreza, que tratan de escapar de las condiciones desesperadas de su país, congelados hasta la muerte en la parte trasera de un camión de transporte, huyendo a una «vida mejor» en Occidente. Esto no significa un gran apoyo a la «globalización» capitalista en sus propios países! En efecto, China, invocada por el autor como modelo de «capitalismo creciente con motivaciones políticas», es un líder mundial en la desigualdad colosal, que crece prácticamente en todo el mundo capitalista, y se está convirtiendo en una pesadilla para las masas.

El autor reconoce que, por primera vez, el 0,1% superior de Estados Unidos tiene ahora la misma cantidad de riqueza nacional (22%) que el 90% inferior. Sin embargo, tan recientemente como en la década de 1980, el 90% inferior representaba más de un tercio de la riqueza de América. En otras palabras, la riqueza se ha concentrado en menos manos junto con la oportunidad – a través de la llamada «meritocracia» – de avanzar hacia la cima entre la élite rica.

Milanović esboza una versión de una sociedad futura distópica que surge de su análisis. Describe la creciente concentración de la riqueza y la creciente mercantilización de prácticamente todo en la sociedad – los ricos entienden el precio de todo y el valor real de nada. El joven Marx y Engels en el Manifiesto Comunista notaron el carácter destructivo del capitalismo: «Todo lo que es sólido se derrite en el aire». El autor lo confirma al describir de forma práctica que ya existe un «matrimonio premium» entre los ricos – los ricos se casan con los ricos – y también con un alto precio para la entrada de los hijos de la élite en las mejores escuelas y universidades.

No son enterradores, sino parteras desconocidas

Milanović también presenta una interpretación completamente falsa de las teorías de Marx en relación con las partes «subdesarrolladas», coloniales y semicoloniales del mundo. Argumenta que «Las revoluciones comunistas en el Tercer Mundo colonizado jugaron el mismo papel funcional que la burguesía doméstica en Occidente». Aunque ellos no lo sabían, eran los agentes inconscientes a través de la revolución (¡y Marx y Engels eran los agentes inconscientes de este proceso a través de sus teorías!) para la introducción definitiva del capitalismo.

Karl Marx demostró que la burguesía de Occidente en general jugaba un gran papel en el desarrollo de las fuerzas productivas y al mismo tiempo ayudaba a la construcción del número y el poder de la clase obrera, sus futuros «sepultureros».

Milanović traza una analogía muy cruda con esto y con lo que ha ocurrido en China y Vietnam con su interpretación del capitalismo de hoy en día como de origen similar al capitalismo del siglo XIX. En los países económicamente subdesarrollados la clase obrera participó en la revolución, imaginando ingenuamente, según Milanović, que estaban luchando por un tipo diferente de sociedad, los comienzos del socialismo, empleando los métodos de la revolución tanto en las ciudades como en el campo. La revolución china, la revolución vietnamita -y los revolucionarios, obreros y campesinos, que participaron en ellas- no fueron más que las herramientas inconscientes para sentar en última instancia las bases de una nueva y más alta forma de capitalismo, que se manifiesta en Vietnam y en la China de hoy.

En su esquema no se tienen en cuenta en absoluto las revoluciones que tuvieron lugar en los países industrializados avanzados, por ejemplo la revolución alemana de 1918-23, con una revolución predominantemente obrera que amenazaba al capitalismo. Lo mismo ocurrió en España de 1931 a 1937; también en los movimientos revolucionarios de las masas italianas en 1943 y en todo el período hasta 1948-49 cuando se planteó la revolución. Sólo la sustitución del líder fascista Benito Mussolini por el mariscal Badoglio abrió las puertas a la revolución, que incluía la ocupación de fábricas y lugares de trabajo en el norte de Italia.

También en la inmediata posguerra, una ola radical se extendió por toda Europa, con elementos de revolución: la elección del Laborismo como gobierno mayoritario por primera vez en Gran Bretaña, los trastornos revolucionarios en Grecia, la llegada al poder de gobiernos de frente popular tanto en Italia como en Francia. ¿Participó la clase obrera en este movimiento – con la burguesía del lado opuesto de las barricadas – para establecer «inconscientemente» una nueva sociedad capitalista? Todo este método de razonamiento es absurdo no sólo en relación con los países industrializados avanzados, sino también cuando Milanović parece aplicarlo a la revolución en el «mundo colonial y neocolonial».

Parece argumentar que en China y en otros países económicamente subdesarrollados como Vietnam, que experimentaron de manera similar una revolución, los obreros y campesinos hicieron una revolución no para sus propios fines sino «inconscientemente» a favor de un nuevo capitalismo más fuerte y poderoso.

¿Sugiere que esto también ocurrió en el colosal movimiento de 1925-27 en China que vio a la clase obrera industrial y a las masas urbanas a la cabeza, con el Partido Comunista Chino (PCCh) arraigado en esa etapa en un espléndido movimiento obrero de masas, predominantemente en las ciudades? Esta revolución buscaba derrocar el podrido, corrupto y pro-capitalista régimen de Chang Kai-shek. Sin embargo, no estaban, según Milanović, luchando por el socialismo sino, en última instancia, un nuevo y poderoso régimen capitalista.

La realidad fue que se vieron obligados a ir al campo por los errores de la dirección estalinista rusa y de su propio partido, el PCCh, incluido Mao. Sólo entonces recurrieron a una guerra de guerrillas de masas abierta contra los invasores japoneses y los restos del régimen de Chang Kai-shek. Esto dio lugar a la llegada al poder del régimen de Mao, que después de zigzaguear sentó en última instancia las bases no para una economía planificada o «socialismo». Pero, Milanović razona, estaban, en realidad, «inconscientemente» luchando por el surgimiento de un régimen capitalista más fuerte y poderoso. Esto finalmente sentó las bases para un nuevo desarrollo capitalista que vemos hoy en día! Esta es la conclusión lógica de los argumentos de Milanović.

Los estados de transición

Milanović tampoco tiene una percepción del carácter combinado de la revolución en China, o para el caso de la propia revolución rusa. No hay lugar en él para las ideas matizadas de Marx y Engels en general, o de Lenin y Trotsky, en particular en su concepción del proceso de la revolución en Rusia y los países subdesarrollados, ni de lo que seguiría en su caracterización de las sociedades de transición entre el capitalismo y el socialismo.

Milanović coincide con otros autores estalinistas cuando escribe: «El cambio de énfasis hacia la lucha antiimperialista en lugar de la revolución en los países desarrollados, que tuvo lugar en la década de 1920, ‘cambió el papel del movimiento marxista por el socialismo democrático de la clase trabajadora [en los países ricos – PT], a un movimiento por la modernización de las sociedades atrasadas’».

Muestra aquí su completa falta de comprensión de la teoría de Trotsky sobre la revolución permanente, el carácter combinado de la revolución en el mundo subdesarrollado. Además toma como buena moneda el abandono del genuino marxismo por Stalin y la creciente élite burocrática que personificaba, junto con su abrazo a la posición de los mencheviques sobre la revolución en Rusia – primero vino la revolución agrícola con la música del socialismo pospuesta para el futuro. Todo tipo de errores tuvieron lugar a través de este falso prospecto en el mundo subdesarrollado.

La revolución rusa en sí misma no se desarrolló bajo este cartel de escenarios mencheviques/estalinistas. La idea central del programa de Lenin y Trotsky para la revolución rusa implicaba la realización de la revolución democrático-burguesa: la reforma agraria, la tierra para los campesinos, y al mismo tiempo la toma de los altos mandos de la economía en propiedad del Estado. Esto es lo que dio a la revolución rusa su carácter combinado y es lo que realmente ocurrió. La revolución fue dirigida por la clase obrera, aunque era una minoría en la sociedad, pero con sus acciones fomentó la movilización de la colosal masa campesina de millones. Una revolución proletaria tuvo lugar en las ciudades, que se unió a un colosal movimiento del campesinado en el campo para derrotar al régimen capitalista-latifundista  del zarismo.

Milanović tampoco tiene una percepción de las verdaderas diferencias, desde un punto de vista marxista, de los términos «socialismo» y «comunismo». Es cierto que a veces estos términos fueron empleados incluso por los bolcheviques en la revolución rusa y también en la descripción del estado que crearon. Esto fue usado en la agitación como significando ya sea una diferencia política y teórica fundamental de los bolcheviques con otras fuerzas políticas de la clase trabajadora, o como un medio para significar importantes tendencias en la dirección en la que se moverían las formaciones políticas e incluso los estados.

En la concepción de Marx y Engels el comienzo del socialismo representa la etapa más alta del desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo. Su punto de partida, por necesidad, comienza en un nivel más alto que incluso el régimen capitalista más avanzado de la época. Esto significaría que el punto de partida del socialismo, hoy en día, estaría en un nivel más alto que el alcanzado en los EE.UU. y los otros países industriales avanzados.

Es evidente que Rusia no estaba en este nivel en 1917, ya que poseía una clase obrera pequeña pero dinámica en comparación con la abrumadoramente masiva población campesina. Por eso la revolución rusa y en particular sus líderes, Lenin y Trotsky, previeron que ellos serían la chispa de la revolución internacional, en particular la clase obrera que tomaría el poder en Alemania. Si hubieran establecido una confederación democrática y socialista europea de la clase obrera, ésta habría actuado a su vez como un imán para la clase obrera no sólo en toda Europa, sino también en los Estados Unidos y en el mundo, dando lugar a una confederación mundial y socialista.

Sin embargo, en octubre de 1917 el estado obrero democrático era una sociedad de transición entre el capitalismo y el socialismo. Esto ocurría en un país económicamente subdesarrollado y los bolcheviques eran muy conscientes de que a menos que la revolución rusa se extendiera al menos a la Alemania económicamente desarrollada, y luego a través de esta puerta al mundo, sería difícil resistirse a las fuerzas de  restauración capitalista.

Raíces del estalinismo

Resultó que el capitalismo mundial estaba en decadencia, como lo demostró la catástrofe de la primera guerra mundial. Además, si no fuera por los cobardes líderes socialdemócratas junto con sus primos sindicalistas, la revolución socialista mundial podría haber comenzado, siguiendo la dirección dada por las masas rusas a través de su revolución.

Reconociendo estos peligros, los capitalistas intentaron intervenir para aplastar la revolución pero fracasaron debido al apoyo masivo de la clase obrera internacional a Rusia. Por otra parte, el aislamiento de la revolución junto con el atraso económico y cultural de Rusia condujo con el tiempo a la adopción de medidas excepcionales en el racionamiento de la producción y los bienes. Esto a su vez se convirtió en el punto de partida para el crecimiento de la burocracia – un oficialismo privilegiado – y en última instancia del estalinismo. Los elementos de la democracia obrera también se debilitaron por la guerra civil que siguió a la revolución y se erosionaron aún más por el auge de la burocracia en torno a Stalin, que entró cada vez más en conflicto con las masas rusas y los objetivos internacionalistas originales de la revolución.

Milanović vivió y fue claramente influenciado por uno de estos remanentes del estalinismo, Serbia y la ex Yugoslavia. Esto colorea su percepción, de su dificultad para entender y analizar esta versión del «socialismo», en realidad el estalinismo. Lo demuestra cuando escribe: «La cuestión de la colocación del comunismo histórico dentro del pensamiento marxista es especialmente difícil… El problema para el marxismo es cómo explicar por qué el socialismo, un preludio ostensible de la etapa más alta de la evolución humana, después de haber triunfado en varios países y luego haberse extendido y establecido aún más, desapareció repentinamente transformándose oficialmente en capitalismo (como en la Unión Soviética y Europa Oriental) o evolucionando de facto hacia el capitalismo (como en China y Vietnam). Tal evolución es simplemente inconcebible desde dentro del marxismo».

Cada palabra aquí es un error y algunas son dos! Una familiaridad con las obras de Trotsky – que nunca se menciona en este libro y eso no es un accidente! – o el análisis de los marxistas del CWI/CIT  habría demostrado inequívocamente que esto no es verdad. En las páginas de Socialism Today y su revista predecesora, la Revista Internacional Militante (MIR), por ejemplo, describimos cómo los antiguos regímenes estalinistas amenazaron con restaurar el capitalismo y pudieron hacerlo en la situación posterior a 1989 en Rusia y Europa del Este.

No había nada consciente o preordenado en esto. La posibilidad de la restauración capitalista se alojaba en la situación de Rusia y el estalinismo, y ya había sido elaborada por Trotsky en los años 30 en su libro «La Revolución Traicionada», y en varios artículos importantes de la época! El estalinismo representaba una casta burocrática privilegiada que obtenía su poder de la presidencia de una economía planificada, que durante cierto período histórico superó en realidad al capitalismo. Esto permitió que Rusia se desarrollara de ser  la «India de Europa» a la segunda nación industrial del mundo, después de los EE.UU.! Esto sólo fue posible gracias a la existencia de la economía planificada, que desempeñó un papel relativamente progresivo en sus primeras etapas, incluso a pesar de la pesadilla del estalinismo. Más tarde, el dominio de los estalinistas se convirtió en un obstáculo absoluto para el desarrollo de la sociedad.

No es el punto final

Por supuesto, no hay ninguna mención en Milanović de que en un momento dado Rusia superó al capitalista EE.UU. en algunos campos del desarrollo científico; por ejemplo, en la carrera espacial cuando Rusia fue la primera en lanzar un astronauta humano, Yuri Gagarin, al espacio. Rusia en un momento dado también produjo más científicos, técnicos e ingenieros que todo el mundo capitalista en conjunto. Esta fue sólo una de las ventajas que se derivaron de la existencia de una economía planificada, aunque burocráticamente distorsionada. Esto permitió a Rusia por un tiempo superar incluso el rendimiento científico y los logros en algunos campos del país capitalista más avanzado, los EE.UU..

La ingenuidad, de hecho el enfoque ahistórico  de Milanović, se revela claramente cuando trata de explicar lo que pasó en relación con su esquema sobre el futuro. Su visión, que él ve claramente como «superior» a la perspectiva marxista, es la misma que la de Fukuyama: que «la democracia liberal y el capitalismo de laissez-faire representan el término de las formaciones socioeconómicas inventadas por la humanidad». Lo que los marxistas ven como una inversión incomprensible hacia un sistema mucho más bajo (inferior), los liberales lo ven como un movimiento perfectamente comprensible de un sistema inferior y sin salida (el comunismo) de vuelta al camino recto que lleva al punto final de la evolución humana: el capitalismo liberal».

En ocasiones, parece reconocer la debilidad de su caso. Del «orden internacional liberal» anterior a la primera guerra mundial, no puede explicar cómo, si «todos los actores clave eran capitalistas y globalistas y, además, eran democracias reales, parciales o aspirantes (como fue ciertamente el caso de los aliados occidentales, pero también de Alemania, Austria-Hungría y Rusia, que se movían todos en esa dirección), podrían [acabar] en un estado de carnicería general».

«La existencia de la Primera Guerra Mundial crea un obstáculo insuperable», concede, a la «interpretación de la historia» del capitalista liberal: simplemente no debería haber ocurrido. El hecho de que ocurriera en el apogeo del dominio liberal, tanto a nivel nacional como en las relaciones internacionales, abre la posibilidad de que el orden liberal pueda conducir a un resultado similar en el futuro. Y es claramente imposible afirmar que el sistema que podría terminar regularmente en guerras mundiales represente de alguna manera la cúspide de la existencia humana, definida por la búsqueda de la prosperidad y la libertad».

La perspectiva pesimista esbozada en este libro es que el capitalismo es, y seguirá siendo, la «única» opción para la humanidad, y es la forma más eficiente de organizar las relaciones económicas y sociales. Sin embargo, bajo su perspectiva la sociedad será un «infierno hobbesiano» de «cada uno contra todos» –  donde todo, incluso en la esfera personal tiene un precio, incluyendo «el amor y los besos». La corrupción está muy extendida y es «inevitable», admite Milanović.

Esta visión del futuro bajo el capitalismo – ya sea del tipo «liberal» o «político» – será un infierno para la mayoría de la sociedad. La clase obrera, en particular la juventud, estamos seguros, rechazará su visión distópica del futuro en favor de un liberador socialismo democrático mundial.

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