El agravamiento de la crisis del capitalismo nigeriano y las perspectivas de la lucha de clases

[Imagen: Puesto callejero del Movimiento Socialista Democrático, Nigeria, noviembre de 2021]

28 de diciembre de 2021

Declaración del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento Socialista Democrático (CIT en Nigeria)

El sábado 4 de diciembre de 2021, 15 miembros del NEC y organizadores del Movimiento Socialista Democrático (DSM – CIT en Nigeria) de diferentes estados y áreas de trabajo se reunieron en una reunión híbrida (en persona y por zoom) del NEC para hacer un balance de las crisis del capitalismo en Nigeria durante el último año y trazar perspectivas para el próximo período. La reunión comenzó con un animado debate sobre «Las implacables crisis del capitalismo y las perspectivas de la lucha de clases» y terminó con discusiones sobre cuestiones organizativas y de construcción. El siguiente informe es un resumen de la introducción y las contribuciones de la reunión.

La economía en aguas turbulentas

Los problemas económicos de Nigeria continúan profundizándose debido a una combinación de contradicciones internas de la economía capitalista neocolonial y la desaceleración de la economía mundial. Tal es la intensidad de las crisis capitalistas que, en un período de 4 años, la economía de Nigeria experimentó dos recesiones en rápida sucesión. Esto no tiene precedentes y muestra lo frágil e inestable que se ha vuelto la economía neocolonial nigeriana. La primera recesión se produjo en 2016, cuando el crecimiento del PIB disminuyó progresivamente hasta el 2,7% interanual desde el 6,2% interanual de mediados de 2014. ¡Esta fue la primera recesión desde 1991 y la peor en 25 años! Pero justo cuando Nigeria empezó a salir de la crisis, se produjo otra recesión en 2020, cuando la economía se contrajo un 1,92%. Si bien ambas recesiones fueron impulsadas por las crisis de los precios del petróleo, el factor adicional del COVID-19 desempeñó un papel crucial en la recesión de 2020. La emergencia sanitaria y los cierres provocados por el virus no sólo aceleraron la crisis económica, sino que la modificaron y la prolongaron en muchos aspectos. Ahora, la aparición de la variante Omicron puede volver a hacer tambalear la economía nigeriana.

A pesar de la recuperación, el crecimiento económico sigue siendo bajo y lento, con una destacada tendencia inflacionista. Según el diario Punch, los precios de los alimentos básicos subieron una media de entre el 98,85% y el 99,9% sólo en el último año. Esto incluye los precios del gas y otros productos de primera necesidad. Aunque la inflación ha experimentado un descenso constante, todavía se situaba en el 15,99% en octubre de 2021, lo que supone un descenso respecto a la cota del 18,12% en que se encontraba en abril de 2021. El desplome del valor del nairas ha intensificado aún más la presión inflacionista, lo que ha disparado los precios de los bienes y servicios. Sin embargo, las cifras inflacionistas oficiales pueden no captar la realidad de la crisis que atraviesan la mayoría de las familias, incluidas las capas de las clases medias. Por ejemplo, para cuando las escuelas vuelvan a abrir sus puertas el próximo mes de enero, muchas de ellas podrían recurrir a un préstamo para pagar las crecientes tasas.

Negocios insólitos

Asimismo, el desempleo ha pasado del 27,1% al 33,3%, la segunda tasa más alta del mundo, mientras que el paro juvenil se sitúa nada menos que en el 42%. Esto se traduce en decenas de millones de personas, en su mayoría jóvenes, sin ningún tipo de trabajo y la cifra aumenta rápidamente cada año. Esta es la dura realidad económica que está detrás del estallido de la juventud el año pasado, especialmente a través de las protestas del #EndSars. Ahora, el Banco Mundial, en su último informe «Nigeria Development Update» (NDU), titulado «Time for Business Unusual» -un grito de guerra del capitalismo internacional para nuevos ataques a las masas trabajadoras de Nigeria-, se dispone a encender el fuego sobre la tambaleante economía.

Según el informe, el Banco Mundial recomienda las siguientes medidas urgentes para Nigeria: (1) Reversión de la subvención del combustible (2) Reducción de la inflación mediante una combinación de políticas cambiarias, comerciales, monetarias y fiscales (3) Catalizar la inversión privada mejorando la gestión de las divisas, flexibilizando las restricciones comerciales y fomentando un mejor entorno empresarial (4) Abordar las presiones fiscales mediante una mayor movilización de los ingresos nacionales y reduciendo la dependencia de la financiación del déficit del CBN.

Basta con subrayar que ninguna de estas políticas, si se ejecutan, puede resolver el problema fundamental o evitar una nueva recesión económica. Por el contrario, conducirían a más ataques a los intereses de las masas trabajadoras y, en consecuencia, a un empeoramiento de los niveles de vida. La propuesta de revertir la subvención de los carburantes en ausencia de refinerías públicas plenamente operativas hará que el precio de los carburantes en el surtidor se dispare. se especula que el litro puede llegar a costar 340 N si esta política se lleva a cabo el año que viene. Asimismo, la llamada movilización de ingresos mejorada es un eufemismo para más impuestos paralizantes, mientras que «catalizar la inversión privada mejorando la gestión de las divisas» es un llamamiento a una mayor devaluación del naira.

Una nueva trampa de deuda pública

Nigeria se enfrenta potencialmente a una nueva crisis de la deuda pública. No se trata de una exageración si se tiene en cuenta la cantidad que se destina ahora al servicio de la deuda. Entre julio de 2015 y septiembre de 2021, el volumen total de la deuda pública de Nigeria aumentó de 12,06 billones de nairas a 38 billones de nairas. Si se tienen en cuenta los «medios», un eufemismo para referirse a los préstamos del CBN al Gobierno, y las deudas privadas incobrables adquiridas por la Corporación de Gestión de Activos de Nigeria (AMCON), el volumen total de deuda es mucho mayor. Mientras tanto, el endeudamiento continúa.

Sobre la base de la consideración superficial del límite de la deuda de Nigeria con respecto al PIB, que es del 34,3%, parecería que no hay nada de qué preocuparse, como sostienen regularmente los ministros del gobierno, especialmente el Ministro de Finanzas. Pero dada la disminución de los ingresos públicos, Nigeria se enfrenta ahora a la confusa situación de que entre enero y mayo de 2021, el 97,7% de los ingresos del gobierno se utilizaron para el servicio de la deuda (ThisDay 22/9/2021). Esto significa normalmente que el gobierno debe acceder continuamente a nuevos préstamos para apuntalar sus ingresos, pagar a los contratistas e incluso los salarios. Se trata de una trampa de la deuda que en algún momento puede crear las condiciones para una crisis de la deuda.

¿Es posible otra recesión?

En general, la economía nigeriana sigue en aguas turbulentas. Ahora, con la aparición de la variante Omicron a nivel internacional y el inicio de una 4ª oleada del coronavirus en Nigeria, la perspectiva económica para el próximo año no puede ser otra que la de una crisis recurrente e interminable, con posiblemente más nuevas variantes de Covid y una economía mundial inestable. Es posible que la inflación continúe su descenso constante, pero sin que ello suponga necesariamente un aumento del gasto de los consumidores o un alivio de las condiciones desesperadas a las que ya se enfrentan muchas familias trabajadoras y pobres. Con muchas personas sin empleo, una deuda pública creciente y el valor del salario mínimo mensual por los suelos, haría falta un crecimiento más rápido y mayor del PIB para devolver la economía a los niveles anteriores a la pandemia, algo que no está garantizado dada la fragilidad de la economía mundial. En algún momento, incluso puede ser posible una tercera recesión económica. Esto se debe a que, en caso de nuevos cierres en Europa y/o de interrupción de la producción, los precios del crudo podrían volverse aún más inestables. Dada la fragilidad actual, una caída drástica del precio del crudo provocará con toda seguridad una contracción del PIB y posiblemente una recaída en la recesión.

Basta con subrayar que un reto importante para Nigeria como país productor de petróleo es que tanto los precios altos como los bajos del crudo traen consigo problemas económicos para el país. Todo lo que se gana con el aumento de los ingresos por la subida de los precios del crudo se pierde a menudo con el pago de subsidios para mantener el precio de los surtidores asequible en el país, mientras que un desplome del precio del crudo supone una reducción de los ingresos, la incapacidad del Estado para pagar a los contratistas y cumplir con otras obligaciones sociales, aunque al mismo tiempo el gobierno sigue atendiendo su creciente deuda pública. Ahora bien, en caso de supresión de la subvención, cualquier aumento de los precios del crudo en el mercado mundial se reflejará directamente en un aumento astronómico del precio del combustible en el surtidor. Esto provocará inevitablemente una agitación social, ya que tanto la gasolina como el gasóleo son fundamentales para la supervivencia de las pequeñas, medianas y grandes empresas, dado el estado comatoso del sector energético.

Un Estado fallido

Junto al plano económico, otras crisis del capitalismo siguen agravándose. La inseguridad, eufemismo de la barbarie que atenaza a Nigeria, va en aumento. El bandidaje, los secuestros, el terrorismo de los pastores y los conflictos entre pastores y agricultores han aumentado considerablemente en el último período, junto con la guerra de una década del Estado nigeriano contra los insurgentes fundamentalistas islámicos Boko Haram/ISWAP en el noreste. A pesar de sus promesas y de las ilusiones iniciales en Buhari como antiguo general militar, el Estado nigeriano no ha logrado derrotar a la insurgencia islámica. Daily Trust, un periódico de la élite pro-norteña que inicialmente apoyaba a Buhari, escribió recientemente un mordaz editorial en el que calificaba la vida de inútil bajo su mandato.

Dada la magnitud de la inseguridad, los comentaristas han empezado a describir a Nigeria como un «Estado fallido». Los socialistas aceptan esta descripción, ya que es la que mejor describe la total falta de control del Estado nigeriano sobre una franja de territorios y carreteras en diferentes partes del país donde otras fuerzas parecen haber tomado el control. Por ejemplo, hay comunidades del centro-norte y del noroeste que aportan dinero para pagar «rescates» a los bandidos y secuestradores con el fin de obtener de ellos una garantía de no atacar el pueblo o, si se quiere, ahorrarles la molestia de tener que hacerlo. Por supuesto, al hacerlo también significa que la aldea se ahorra una muerte y una destrucción seguras, que son las consecuencias inevitables de esos ataques. En el noreste, las aldeas, los agricultores y los pescadores que rodean el lago Chad sólo conocen el gobierno de Boko Haram y el ISWAP, y es a estas entidades a las que pagan impuestos para asegurarse los derechos de cultivo y pesca o para transportar sus mercancías a la siguiente ciudad o mercado. Pero incluso en las ciudades que se consideran relativamente seguras, las actividades de los «touts», los «thugs», las bandas criminales, los grupos de culto e incluso la anarquía de la policía, como el ya desaparecido SARS, y otros agentes de seguridad que extorsionan, arrestan, acosan, mutilan y matan a los ciudadanos con poca o ninguna consecuencia es, en cualquier caso, también una manifestación de un Estado fallido, es decir, un Estado que no tiene un control firme sobre sus funcionarios pagados y sus aparatos coercitivos ni es capaz de garantizar ninguna seguridad de vidas y bienes para sus ciudadanos.

Pero para equilibrar, también es importante subrayar que esta descripción no significa en absoluto que el Estado nigeriano sea sustancialmente débil e incapaz de reaccionar para defender sus intereses cuando está amenazado o que esté a punto de colapsar bajo el peso de las crisis. Nigeria aún no se encuentra en la fase en la que se encontraba Somalia, especialmente en el periodo de guerra civil entre 1991 y 2006. La represión de la revuelta #EndSARS del año pasado es un indicador del poder que aún posee el Estado capitalista. En última instancia, será necesaria una revolución social para aplastar a ese Estado y su maquinaria de coerción.

Barbarie

No hay mejor descripción de la situación actual de Nigeria que la barbarie. En muchos aspectos, Nigeria puede calificarse con razón de «campo de exterminio». Por ejemplo, se dice que la insurgencia de Boko Haram en el noreste del país se ha cobrado nada menos que 350.000 vidas, mientras que más de 2,4 millones de personas han sido desplazadas entre 2009 y 2020, ¡un período de 12 años! Según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), mientras que la insurgencia provocó la muerte directa de 35.000 personas en los tres estados de Adamawa, Borno y Yobe, se estima que 314.000 personas murieron por «causas indirectas» en toda la región del noreste durante el mismo periodo. Yendo más allá, el informe establece que «por cada víctima causada directamente por la insurgencia, otras nueve personas, principalmente niños, han perdido la vida por falta de alimentos y recursos, y más del 90% de las muertes atribuibles al conflicto son de niños menores de cinco años». Si esto no es barbarie, ¿qué es?

El principal escenario de la insurgencia de Boko Haram y otros grupos fundamentalistas islámicos o yihadistas como el Estado Islámico de la Provincia de África Occidental (ISWAP) es la cuenca del Chad, que abarca ocho países: Nigeria, Camerún, República Centroafricana, Chad, Argelia, Libia y Sudán. Por lo tanto, un empeoramiento del conflicto de Boko Haram puede tener un gran impacto en estos otros países.

Por desgracia, la insurgencia de Boko Haram no es el único conflicto bárbaro en Nigeria. Los violentos enfrentamientos entre pastores y agricultores han provocado nada menos que 19.000 muertes desde 1999 hasta ahora. Este conflicto, que a veces parece una campaña unilateral de terror por parte de los pastores, es en el fondo un conflicto por la disminución de recursos como el agua y la tierra. Junto con el impacto medioambiental mundial del afán de lucro privado del capitalismo, este conflicto es otra manifestación del fracaso del capitalismo en el desarrollo de Nigeria y de la podredumbre de la élite gobernante. Con el aumento de la desertificación en el norte de Nigeria, que ha provocado la reducción del lago Chad, los pastores se ven obligados a conducir su ganado hacia el sur para acceder a los alimentos y al agua, pisoteando y comiendo los cultivos plantados por los agricultores.

En la época colonial y posterior a la independencia, se establecieron rutas de pastoreo que minimizaban los conflictos, pero este enfoque se ha vuelto anticuado debido al aumento de la población desde entonces y a la invasión de las ciudades y los asentamientos no planificados en las rutas de pastoreo y las tierras de cultivo. Además, como la mayoría de los agricultores del centro-norte y del sur de Nigeria son cristianos y la mayoría de los pastores son musulmanes fulani del norte, este conflicto también ha adquirido una coloración étnico-religiosa. Está claro que la única manera de resolver esta crisis es mediante un plan democrático de la agricultura y la sociedad en su conjunto, pero esto no es algo que la élite capitalista sea capaz de hacer debido a su adopción de la filosofía capitalista de la privatización y similares.

Junto a esto, también hay bandidaje, secuestros, robos a mano armada y asesinatos rituales en Nigeria. Para dar una idea de la crisis, un informe de Civic Media Lab, una organización sin ánimo de lucro de Lagos, informó de que entre enero y junio de 2021, los bandidos han matado a más de 952 personas, mientras que más de mil fueron secuestradas para ser liberadas tras el pago de un rescate. Sólo en un mes, junio de 2021, más de 283 personas fueron asesinadas en diferentes incidentes. En febrero fueron secuestradas 397 personas, en su mayoría estudiantes. En un caso, el lunes 8 de diciembre de 2021, nada menos que 23 pasajeros de un autobús comercial que viajaba desde el área de gobierno local de Sabon Birni, en el estado de Sokoto, murieron quemados después de que su vehículo se incendiara cuando los bandidos les dispararon.

Cuestión nacional

Junto a la crisis de inseguridad, la cuestión nacional ha empeorado sustancialmente durante los últimos 6 años del gobierno del Congreso Progresista de Buhari (APC). Por ejemplo, en el sureste del país, la agitación por un estado separado de Biafran ha provocado una sangrienta represión por parte del régimen. En respuesta a la represión estatal, han surgido diferentes grupos armados conocidos como «pistoleros desconocidos» que han causado todo tipo de caos con la clase trabajadora y las masas pobres atrapadas en medio.

En muchos sentidos, el IPOB y el ESN no parecen tener un control firme de la situación. Esto explica cómo y por qué la orden de sentarse en casa todos los lunes de la semana para hacer campaña por la liberación del líder del IPOB, Nnamdi Kanu, se aplica continuamente mucho después de que el IPOB haya renunciado a esta orden. Ahora, casi todas las semanas, se producen horrendas atrocidades y asesinatos en la región que a veces tienen todas las huellas de la agitación por la autodeterminación y a veces parecen asesinatos políticos por venganza y criminalidad absoluta, pero con el IPOB negando la responsabilidad. En cierto modo, esta situación sugiere que otras fuerzas, tanto de línea dura como criminales, pueden haber secuestrado el proceso.

Para dar una idea de lo grave que se ha vuelto la situación, en previsión de la fiebre de diciembre, en la que suelen viajar miles de orientales a su ciudad natal en el Este para celebrar la Navidad y el Año Nuevo, la agencia de viajes Wakanow publicó un anuncio en su página de Facebook en el que ofrecía un paquete especial de viajes desde Lagos a cualquier estado del sudeste por 320.000 N. «Según la agencia de viajes, el dinero cubre el transporte en un vehículo Toyota Hilux, un conductor y dos policías móviles como escolta. El viaje de vuelta cuesta lo mismo». Al ofrecer este paquete especial para un viaje que normalmente cuesta menos de 20.000 N en autobús, la agencia de viajes hizo una alusión a la «seguridad» en un aparente esfuerzo por explotar los temores y la angustia genuinos de muchas personas igbo que necesitan desesperadamente viajar a casa en diciembre. Las autoridades policiales han guardado un decidido silencio sobre este acuerdo de alquiler de agentes o la privatización de los mismos.

Así que, sin duda, aunque las agitaciones por la autodeterminación han surgido recientemente en otras partes, especialmente en el suroeste, ciertamente el sureste es el epicentro de la cuestión nacional en Nigeria en este momento. Sea como fuere, las elecciones a gobernador de Anambra del 6 de noviembre muestran tanto cómo las elecciones de 2023 pueden atravesar temporalmente esta agitación como cómo la Cuestión Nacional puede tener un eco electoral. Como señalamos en otro material sobre las elecciones del 6 de noviembre en Anambra, la victoria de APGA tiene más que ver con la identificación del partido con la lucha por la autodeterminación, ya que fue formado por el difunto líder secesionista biafrano, Odumegwu Ojukwu.

Por otro lado, parece claro que se está buscando una solución política para la liberación de Nnamdi Kanu, que ha sido detenido y juzgado por terrorismo y sedición. Esto puede ser o no parte del acuerdo firmado con el IPOB para que se ablande y permita la celebración de las elecciones a gobernador del 6 de noviembre. Pero está claro que no es una casualidad que, poco después de las elecciones del 6 de noviembre en Anambra, una delegación de ancianos igbo bajo los auspicios de «Grandes Igbo muy respetados», encabezada por el parlamentario de la Primera República y ministro de Aviación, el jefe Mbazulike Amaechi, visitara al presidente Buhari en Aso Rock, donde pidieron la liberación de Nnamdi Kanu. Pero lo que no está claro por el momento es si el gobierno de Buhari considerará o no esa solución política. En la reunión, el presidente Buhari había lamentado que la petición de los ancianos igbo equivaliera a pedirle que interfiriera en la independencia del poder judicial, pero que «lo consideraría» (The Guardian, 20 de noviembre de 2021). Si este acuerdo político se materializa, lo más probable es que fomente agitaciones similares para la liberación de Sunday Igboho y otros.

Pero lo que hay que subrayar es que, pase lo que pase, aunque se libere a Nnamdi Kanu, todo lo que no sea abordar las preocupaciones y los sentimientos genuinos de los igbo de a pie, que todavía están traumatizados por la experiencia y el recuerdo de la guerra civil, así como por la percepción contemporánea de marginación e injusticia, sólo detendrá temporalmente la agitación sin ponerle fin. Por lo tanto, es posible que la agitación disminuya durante las elecciones generales e incluso durante mucho más tiempo, aunque, dado que no es probable que la élite capitalista igbo logre su aspiración de una presidencia igbo, potencialmente las elecciones generales también pueden proporcionar un mayor estímulo a la crisis. Esto se debe a que, para la mayoría de la élite capitalista igbo, que es tan egoísta, torcida y corrupta como sus primos del Norte, Sur-Sur y Suroeste, la agitación por Biafra es principalmente una moneda de cambio para obtener una mayor parte del pastel nacional. Así que apoyan la agitación en la medida en que están en condiciones de beneficiarse de ella. En cuanto consigan lo que quieren, abandonarán la agitación e incluso estarán al frente de la represión de los agitadores a pesar de ser del mismo grupo étnico. Esto explica por qué la represión de los agitadores biafranos, aunque en un grado relativamente menor, por parte del gobierno de Jonathan, en el que la élite igbo ocupaba puestos importantes, suscitó poca o ninguna protesta por parte de la élite igbo.

En resumen, por lo tanto, mientras las cuestiones fundamentales que impulsan las agitaciones sigan sin resolverse desde el punto de vista de las masas trabajadoras y los pobres, la Cuestión Nacional puede estallar una y otra vez. Por ello, el Movimiento Socialista Democrático (MDS), al tiempo que defiende y busca asiduamente todas las oportunidades para construir una lucha unida del pueblo trabajador y obrero en todo el país para luchar conjuntamente contra las políticas antipobres y derrocar el capitalismo, apoya sin embargo el derecho de las naciones oprimidas a la autodeterminación. Además, pedimos que se convoque una Conferencia Nacional Soberana (CNS) dominada por los representantes elegidos del pueblo trabajador, los sindicatos, los agricultores y los grupos de jóvenes para debatir democráticamente si Nigeria debe seguir siendo una y, en caso afirmativo, el sistema social, económico y político sobre el que debe construirse esa Nigeria unida para garantizar que toda la explotación, la corrupción, las divisiones, las crisis y la violencia que tenemos ahora no vuelvan a producirse en esa nueva Nigeria.

Fin al Covid-19 (EndSARS) y la reincorporación de la juventud a la arena de lucha

Hasta ahora, la lucha y la revuelta de los jóvenes se han convertido en la expresión más clara de la ira de la sociedad desde hace más de un año. En cierto modo, esto es una manifestación del papel de la juventud en la medición del barómetro de la conciencia social. Además, los jóvenes constituyen alrededor del 70% de la población de Nigeria, de unos 214 millones de habitantes. Aunque no poseen el enorme poder económico y social de la clase trabajadora, numéricamente más reducida, no cabe duda de que son una fuerza enorme en una sociedad cuyo estado de ánimo y posición política pueden hacer o deshacer el proceso de la revolución. Después de un largo período en el que dejaron de ser una fuerza independiente debido al declive histórico del movimiento estudiantil, la lucha #EndSARS del año pasado marcó la reentrada de la juventud en la arena de la lucha. No hay duda de que la conquista del electorado juvenil será un importante terreno de disputa en el próximo período entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución. Las fuerzas del marxismo deben estar preparadas para ello.

Lo anterior, sin embargo, no significa que la clase trabajadora no esté luchando. La clase obrera, a pesar de su debilidad numérica frente a otras capas como la juventud y el campesinado, está destinada, en virtud de su papel en la producción capitalista, a dirigir a otras capas oprimidas en la lucha por derrocar el capitalismo y construir una nueva sociedad socialista. En el último año, hemos visto una serie de importantes huelgas y luchas obreras en el sector de la salud, el sector de la educación, la aviación, el estallido de huelgas y protestas en las fábricas, las protestas de los jubilados en el estado de Osun, etc. Desgraciadamente, los dirigentes del Congreso del Trabajo de Nigeria (NLC) y del Congreso de Sindicatos (TUC) siguen sin declarar una huelga general y una protesta masiva en todo el país, a pesar de las condiciones desgarradoras y desesperadas en las que se encuentran muchas familias trabajadoras. Y hay que subrayar que fue el fracaso de los dirigentes sindicales a la hora de llevar a cabo la huelga del 28 de septiembre del año pasado lo que provocó, en parte, que los jóvenes entraran en la arena de la lucha.

Teniendo en cuenta lo anterior, no es de extrañar que la lucha de los jóvenes albergara todo tipo de confusión e ideas incorrectas de «protesta sin líderes», etc. en la fase inicial de su estallido. Esto se debe a la rabia y la decepción de la juventud con respecto a la dirección del movimiento obrero y de los partidos políticos capitalistas que, con sus constantes traiciones y corrupción, han contribuido a conferir a la idea de liderazgo una connotación negativa. Así que al quedarse «sin líder», los jóvenes sólo se esforzaban esencialmente por proteger su movimiento de ser traicionado. Pero ahora, un año después, la limitación de este enfoque se hace sentir ante la falta de cohesión y dirección del movimiento, mientras que algunos «líderes juveniles» se incorporan al sistema. Como el MDS y su plataforma juvenil -Campaña por los Derechos de los Jóvenes (YRC)- han explicado en repetidas ocasiones, la única manera de proteger al movimiento de ser traicionado es eligiendo democráticamente a los líderes que rindan cuentas y puedan ser revocados por los miembros. Esto es aún más necesario para fortalecer y hacer avanzar el movimiento.

Pero a pesar de cualquier limitación, el hecho de que la lucha #EndSARS haya durado tanto es un testimonio de su potencial y poder. Ahora, con la presentación del informe del grupo de investigación judicial en Lagos y el intento del gobierno de socavar el informe, así como el resurgimiento de la brutalidad policial, hay muchas posibilidades de que el movimiento pueda estallar de nuevo. Tenemos que profundizar en nuestra intervención y preparar nuestras fuerzas. Además, es urgente ampliar el enfoque del movimiento juvenil para empezar a luchar por cuestiones que van más allá de la brutalidad policial, como el desempleo, la falta de financiación de la educación, la precarización, los planes para eliminar las subvenciones y aumentar el precio del combustible, etc.

Un factor crucial en la brutal supresión del #EndSars fue que se perdió la oportunidad de abordar las precarias condiciones de trabajo y de vida de las bases de la policía e incluso de la capa de oficiales. Mientras los jefes siguen dando de comer a los gordos, la mayoría de los policías están mal equipados y viven en chabolas que para algunos son incluso inhabitables. Para abordar estos problemas y otros a los que se enfrentan los policías, será correcto seguir planteando la perspectiva de los derechos sindicales de los policías de base para que puedan tener canales legítimos y legales para luchar por sus derechos en lugar de desahogar sus frustraciones con la gente de a pie como a veces suelen hacer.

La dirección de la clase trabajadora y la perspectiva de la lucha de clases

Parafraseando a León Trotsky, la situación nigeriana en su conjunto «se caracteriza principalmente por una crisis histórica de la dirección del proletariado» (El Programa de Transición, 1938). La dirección conservadora y burocrática del NLC y del TUC sigue frenando la lucha y se contenta con lanzar ocasionales amenazas de lucha, pero sin ninguna intención de llevarla a cabo. Bajo este tipo de enfoque de «patear y besar» al movimiento obrero, al gobierno capitalista de Buhari se le ha ofrecido prácticamente la licencia para pisotear los salarios y las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras. Es significativo que el Gobierno Federal esté ofreciendo algunas concesiones a los propios líderes sindicales mientras que simultáneamente se prepara para aprobar leyes que impongan la supervisión estatal de las direcciones sindicales y al mismo tiempo limiten el derecho de huelga. La confianza del gobierno capitalista a todos los niveles para descargar más y más políticas anti-pobres sobre el pueblo trabajador sigue creciendo con la seguridad de que la dirección del trabajo sólo ladra sin morder. Esto explica el nuevo plan del gobierno, apoyado por el Banco Mundial, para la eliminación de los subsidios y el aumento del precio de los combustibles el próximo año, así como la imposición de impuestos agobiantes sobre el ya sobrecargado pueblo trabajador.

Pero las condiciones objetivas del capitalismo en decadencia son más fuertes que el aparato burocrático. Los ataques que se avecinan contra la masa del pueblo trabajador y obrero crearán un estallido. Tanto si la dirección burocrática del trabajo está preparada como si no, esta vez puede estallar un movimiento espontáneo en las calles en el que participe no sólo la juventud, sino también una parte de los trabajadores y otras capas de los oprimidos que están hartos de la pobreza, el desempleo y los constantes ataques a las condiciones de vida. Esto podría ser provocado por cualquiera de los nuevos ataques que se están planeando para el próximo año y también por las acciones del gobierno como las demoliciones de las casas de la gente, las tiendas y los mercados, el ataque a los jinetes de okada, la brutalidad policial y la represión estatal, la inseguridad, etc.

2022: Un año de agitación y lucha

Al igual que la revuelta del #EndSARS, también puede producirse una erupción espontánea de la clase obrera. Puede no llegar a través de la emisión de un preaviso de huelga oficial o incluso a través de las estructuras de los sindicatos. Harto de la inacción de sus dirigentes, puede estallar un movimiento que comience en un centro de trabajo o en una fábrica y que luego se extienda a medida que más y más trabajadores traten de emularlo. Por otro lado, también podríamos ver una situación en la que, a diferencia de cómo se retiraron los trabajadores cuando se suspendió la huelga general del 28 de septiembre de 2020 en el último momento, estalle un movimiento masivo y una huelga no oficial en respuesta a dicha traición. O podríamos ver una repetición de la huelga general de enero de 2012, en la que, en respuesta al llamamiento de los dirigentes sindicales de suspender la huelga general indefinida después de unos 9 días, algunos manifestantes en Lagos y algunos otros lugares desafiaron este llamamiento e intentaron continuar la protesta, aunque fueron rápidamente sometidos por la policía y el ejército. Sólo que esta vez, en el contexto de la ira explosiva que existe y las lecciones de la revuelta juvenil del año pasado, este desafío masivo podría ser más difícil de romper y podría durar días. Tampoco se descarta que los agitadores de la autodeterminación o de la secesión vean en esta protesta una oportunidad para vengarse del régimen. Si hay alguna obviedad sobre la situación nigeriana actual, es que existen múltiples capas de ira contra el régimen.

Lo que intentamos decir aquí es que, en cierto modo, la lucha #EndSARS ha dejado una huella en la conciencia y en la idea de cómo debe organizarse la lucha. La podredumbre de la dirección obrera significa que muchos, incluyendo capas de trabajadores, pueden mirar con aprobación los ejemplos y métodos demostrados por la revuelta juvenil y pueden tratar de emularla en un período de profunda crisis y rabia hacia la dirección burocrática y conservadora del movimiento obrero.

Para ser claros, es precisamente el miedo a las posibilidades explicadas anteriormente de que el movimiento se salga del control de la dirección lo que impide a la burocracia laboral convocar incluso una «huelga general simbólica». Temen que cualquier llamada a la acción, incluso una huelga simbólica destinada a disipar la ira, pueda abrir fácilmente las puertas a una explosión de ira de las masas en la que la dirección obrera sería barrida y que pasaría a amenazar el dominio del capitalismo. Pero dadas las condiciones objetivas, no importaría si la dirección del trabajo llama o no a la acción el próximo año. Lo más probable es que su obstinada negativa a llamar a la acción mientras las masas trabajadoras y la juventud siguen recibiendo el fuego de una élite capitalista implacable, sea la chispa de la erupción de masas que se avecina. Sin embargo, tanto si se enfrentan a una lucha que se han visto obligados a iniciar como si ha estallado espontáneamente desde abajo, la mayoría de los actuales dirigentes sindicales se esforzarán por contener la lucha y llevarla a su fin lo más rápidamente posible, independientemente de que se hayan cumplido sus demandas. Advertir de ello y, al mismo tiempo, esforzarse por construir tanto la lucha como una nueva dirección militante son tareas centrales para los activistas.

¿Cómo intervenimos?

Lo anterior demuestra que los acontecimientos no van a desarrollarse en línea recta. Los movimientos estallarán, pero es probable que sean estallidos espontáneos e irregulares. Las huelgas oficiales, cuando se convocan, pueden ser severamente vigiladas y gestionadas por la burocracia laboral bajo el supuesto temor de que los «matones» las secuestren. En esta situación, incluso los socialistas y los activistas obreros que defienden un método de lucha más eficaz pueden ser tachados de «matones» y expulsados de las reuniones y protestas, los folletos y publicaciones independientes pueden ser prohibidos, etc. Los «disturbios» también pueden convertirse en un elemento más prominente de la lucha de masas en el próximo período, lo que creará nuevas dificultades en términos de cómo intervenir.

Así que, con toda probabilidad, el periodo en el que estamos entrando podría ejercer una enorme presión sobre las pequeñas fuerzas del marxismo. Tendremos que intervenir en todas las luchas, incluidos los estallidos espontáneos, de manera hábil. Sin sonar altaneros, tendríamos que asegurarnos de combinar el apoyo a cada acción por limitada o incoherente que sea con una propuesta hábil de los mejores métodos y programas para organizar la lucha para ganar. Esto es importante dado el aumento de muchas ideas confusas entre la nueva generación que se mueve en la dirección de la lucha. Esto incluye las ideas de espontaneidad, protestas sin líderes, etc.

Aunque los movimientos pueden comenzar de forma espontánea e incluso ganar algunas concesiones, su única oportunidad de sobrevivir y de conseguir un cambio real en la forma en que se dirige la sociedad es si se organizan y desarrollan un programa claro. Por lo tanto, los marxistas deben subrayar siempre la necesidad, tan pronto como estalle una lucha, de formar democráticamente comités de huelga y de lucha constituidos por miembros elegidos directamente por los huelguistas y los manifestantes para proporcionar la dirección del movimiento y crear vías para revisar y discutir regularmente las demandas, los programas y las tácticas. Un comité de este tipo, elegido en los recintos de protesta, las comunidades, las escuelas y los lugares de trabajo, como forma de involucrar a capas más amplias, puede vincularse de un estado a otro para convertirse en una dirección nacional para el movimiento de masas. Los miembros de estos comités deben trabajar bajo el control directo del movimiento y deben ser revocables. La ausencia de este tipo de comité elegido democráticamente fue una de las principales debilidades de la lucha del #EndSARS.

Bajo el impacto de la propaganda gubernamental, también existe la posibilidad de que se desarrolle una actitud «elitista», especialmente entre los jóvenes de clase media que dominan la lucha #EndSARS, hacia los jóvenes pobres y desclasados, a los que el Estado suele calificar de «matones». Dada su condición de vida, es cierto que estas capas de jóvenes tienen una visión del mundo y una actitud diferentes, pero no son automáticamente contrarrevolucionarias. Tiene que haber discusiones sobre cómo involucrar a más capas de jóvenes, especialmente a la clase trabajadora y a los jóvenes pobres de las comunidades, en la lucha y cómo hacer frente a los disturbios, así como al despliegue de una capa de jóvenes como fuerza contrarrevolucionaria contra las protestas y los activistas. Junto a esto, es necesario involucrar en la lucha a los trabajadores del sector informal, a los trabajadores eventuales y a los desempleados. Los trabajadores organizados deben tratar de organizar y sindicalizar a estas capas, así como intervenir en la lucha y en las dificultades, de lo contrario, los trabajadores sindicalizados pueden ser vistos como una «élite» por aquellos que viven de la mano a la boca.

Junto a esto, es necesario intensificar la campaña para reconstruir el movimiento obrero y rescatarlo de la burocracia conservadora que lo tiene secuestrado. Si bien las luchas obreras espontáneas pueden estallar e incluso ganar concesiones, sin reemplazar al actual conjunto de burócratas pro-capitalistas con verdaderos militantes obreros, muy poco se logrará en términos de cambios fundamentales en la forma en que se dirige la sociedad. Sólo un movimiento obrero combativo armado con un programa de acción y la construcción de una alternativa política con un programa socialista puede ayudar a acabar con la crisis inducida por el capitalismo de la pobreza masiva en medio de la abundancia.

Perspectiva de golpe militar

Si el movimiento obrero se muestra demasiado débil para ofrecer una alternativa política que salve a Nigeria, entonces todo tipo de fuerzas pueden aprovecharse. Esto incluye la perspectiva de un golpe militar. En cierto modo, la «democracia» está resultando demasiado difícil de gestionar para el capitalismo en África. En los últimos años, hemos visto nada menos que 4 golpes militares en el continente. Esto incluye a Sudán, Guinea, Malí y Níger.

Con el debilitamiento del Estado nigeriano a causa de la inseguridad y las crisis violentas y en el contexto de un sistema electoral que sigue siendo testigo de la apatía de las masas, no se puede descartar un golpe para defender el capitalismo y hacer frente a las crisis. Todavía es discutible cómo responderá la población a un golpe de Estado. Ya vimos en las elecciones generales de 2015 cómo el apoyo a Buhari (él mismo un antiguo golpista) se aglutinaba en torno al deseo de un «líder fuerte» que pudiera hacer frente a la corrupción y la inseguridad. También hemos visto que los nigerianos de a pie desean el regreso de los militares porque creen que el periodo de gobierno militar es mucho mejor en comparación con lo que ocurre ahora.

Además, el grueso de la población nigeriana actual alcanzó la mayoría de edad tras el fin del régimen militar en 1999, por lo que la brutalidad habitual del régimen militar es sólo un recuerdo lejano para ellos. Sólo la generación de más edad puede recordar y, por tanto, puede oponerse inmediatamente a un golpe de Estado. En esta situación, podría haber una excitación y un apoyo iniciales a un golpe militar entre una capa, especialmente si en la fase inicial los golpistas parecen ocuparse de los más corruptos de la desacreditada élite y de los políticos capitalistas. Aunque el estado de ánimo cambió pronto, tanto el golpe de 1983 como el de 1985 fueron inicialmente bien recibidos por eliminar primero a los líderes corruptos de la Segunda República y más tarde el gobierno autoritario de Buhari.

Sin embargo, cualquier ilusión inicial pronto daría paso a la desesperación, la ira y la resistencia de las masas cuando los golpistas se revelaron plenamente como no más que el brazo armado de la clase capitalista. En cualquier caso, la llegada al poder de los militares muy probablemente también empeorará la Cuestión Nacional en Nigeria, ya que los golpistas serán evaluados en función de su procedencia. Debemos oponernos a la toma del poder por parte de los militares y advertir de los peligros en caso de que sea inevitable

Elecciones generales de 2023

A medida que se acerquen las elecciones generales de 2023, la crisis de representación política de la clase capitalista se intensificará. Esto ya se ha manifestado en la pérdida de credibilidad de los principales representantes y partidos políticos de la clase capitalista. Ahora se enfrentan a la cuestión de cómo renovar la esperanza en el sistema mediante la instalación de un nuevo presidente que pueda gozar de alguna medida de apoyo necesaria para aplicar las reformas capitalistas.

En este sentido, no sería sorprendente que la élite capitalista trate de aprovechar el deseo popular de un «liderazgo juvenil» presentando a un candidato más joven o a una mujer para conseguir votos. Pero incluso esto puede no ser suficiente para igualar el atractivo y la ilusión que el presidente Buhari logró atraer en las elecciones generales de 2015 debido a la frustración y la ira de las masas contra los 16 años de gobierno del PDP. Además, es probable que los conflictos, las fusiones y las escisiones afecten a los dos mayores partidos capitalistas: el All Progressive Congress (APC) y el People’s Democratic Party (PDP).

Pero dado su brutal legado de fracasos, que aún está fresco en la memoria, no es probable que el PDP llegue al poder en el centro en 2023, a menos que tengan un candidato presidencial que sea favorecido por la cuestión nacional o que haya una implosión devastadora en el APC. Al mismo tiempo, dado que Lagos ha servido de epicentro de la revuelta juvenil, el APC puede enfrentarse a un duro desafío en las próximas elecciones a gobernador en el estado de Lagos. El movimiento #EndSARS podría tener un eco electoral con una capa de jóvenes e incluso de trabajadores y gente de a pie que quiere utilizar las elecciones para castigar al partido gobernante y al gobernador Sanwo-Olu, que quiere volver para un segundo mandato. También es probable que las elecciones de 2023 agraven la cuestión nacional, dadas las actuales agitaciones del Norte contra el acuerdo de zonificación dentro del partido gobernante, que debería pasar el testigo de la presidencia al Sur, así como la agitación por un presidente de extracción igbo.

Por lo tanto, es muy probable que las elecciones generales de 2023 sean testigos de una apatía aún mayor que la de las elecciones anteriores. Como informó la INEC, las elecciones generales de 2015 y 2019 tuvieron una participación inferior al 35% de los votantes. En ausencia de una alternativa política genuina, asistimos a una «rebelión cívica» en forma de abstinencia y apatía de los votantes.

Una alternativa política de masas para los trabajadores

Pero la clase obrera y las masas pobres también se enfrentan a una crisis de representación política. Esto se manifiesta en la ausencia de un partido político que defienda los intereses de clase de las masas trabajadoras y obreras en las elecciones. Este estado de cosas ha condenado al pueblo trabajador a seguir votando cada cuatro años a partidos políticos e individuos responsables de su explotación y opresión. A medida que se acercan las elecciones generales de 2023 y dada la enorme rabia y frustración existentes, la búsqueda de una alternativa política a los partidos capitalistas se intensificará entre una parte de la clase obrera y esto puede producir desarrollos variados y complejos que las fuerzas del marxismo tendrán que discutir constantemente en cuanto a cuál debe ser la actitud.

Por ejemplo, si alguna de las celebridades que participaron en la lucha #EndSARS se presenta como candidato en las elecciones de 2023, esto podría tener un impacto en la conciencia de las masas. Por supuesto, nuestra orientación tendría que estar guiada por el partido político en el que se presente dicho candidato y el programa por el que haga campaña. Pero la realidad es que sectores decisivos de la juventud podrían ser movilizados por una intervención electoral de este tipo y las fuerzas del marxismo tendrán que averiguar cómo orientarse hábilmente hacia ella. Junto a esto está la cuestión de qué papel pueden desempeñar Sowore y el Congreso de Acción Africana (CAA) en las próximas elecciones. Si consigue presentarse como candidato, una parte importante de la juventud despierta e incluso capas de las masas trabajadoras podrían mirar hacia él. En este caso, tendríamos que debatir si llamar o no a votar por él, criticando, por supuesto, las limitaciones de su programa.

Lo que todo esto demuestra de nuevo es que, dada la compleja situación política que es probable que se desarrolle, debemos adoptar tácticas y enfoques flexibles y estar siempre preparados para estar dispuestos a cambios rápidos a medida que los acontecimientos se desarrollen en diferentes direcciones, al tiempo que mantenemos nuestros principios y programas. Para hacer frente a este tipo de situaciones, debemos desarrollar siempre reivindicaciones transitorias que se arraiguen en nuestras perspectivas de transformación socialista de la sociedad. Esto significará también acertar con nuestras prioridades políticas y programáticas en cada coyuntura histórica.

Esto ya lo hemos demostrado en la forma en que en los últimos meses nos hemos convertido en activos en una nueva coalición llamada Movimiento Político Alternativo del Pueblo (TPAPM), incluso mientras continúa la lucha por el reingreso del Partido Socialista de Nigeria (SPN) y seguimos siendo activos en el Frente de Acción Conjunta (JAF). Ahora el TPAPM ha presentado una carta de intención para registrarse como partido político ante el INEC. Esto significa que ha comenzado el proceso de transformación del movimiento en una alternativa política. Tenemos que ver cómo se desarrolla mientras seguimos construyendo nuestras fuerzas simultáneamente.

Sin embargo, los activistas también tienen que estar preparados para la posibilidad de que pueda ser necesaria una larga batalla legal y política para conseguir el registro del TPAPM, como muestra la propia experiencia del SPN. En 2014, cuando el SPN también solicitó el registro, fue necesaria una batalla legal y política de tres años para obligar al INEC a registrar el partido. En este caso, ¿qué haría la izquierda de cara a las elecciones generales de 2023? Sería importante intentar, en la medida de lo posible, proporcionar un punto de encuentro electoral para los sectores de la clase trabajadora y de la juventud que podrían mirar hacia el plano electoral en 2023 en busca de una salida. Por eso es importante que el TPAPM tenga un enfoque flexible, apoyando activamente otras opciones que existen, incluida la batalla legal que está librando el SPN contra su desinscripción.

SPN

Tal como están las cosas hoy, el Partido Socialista de Nigeria (SPN) sigue siendo el único partido claramente socialista que existe en Nigeria. Intervino en las elecciones generales de 2019, poco después de lo cual fue desregistrado por el Estado capitalista. Pero el partido, junto con otros, ha impugnado con éxito su desregistro hasta el Tribunal Supremo. Desde el punto de vista de la ley, parece claro que el SPN tiene posibilidades de ganar contra la INEC. Esto explica por qué la CENI sigue desarrollando nuevos subterfugios para retrasar el fallo del Tribunal Supremo.

Si el SPN gana hoy en el Tribunal Supremo, la cuestión de qué alternativa política utilizar para intervenir en las elecciones generales de 2023 quedaría hasta cierto punto resuelta. Esto, por supuesto, sin perjuicio del esfuerzo que se está realizando para registrar una formación más amplia, el TPAPM, algo con lo que el MDS está plenamente comprometido.

Al mismo tiempo, una victoria del SPN en el Tribunal Supremo no significa que el INEC no pueda volver a anular su registro antes de las próximas elecciones generales. Esto se debe a que el derecho de la INEC a anular el registro de los partidos políticos está legitimado en la Constitución. Lo que el SPN impugna son las modalidades para llevar a cabo la cancelación del registro. Así que, en cierto modo, la cuestión de la alternativa política para las elecciones generales de 2023 sigue siendo poco clara e incierta. Sin embargo, lo importante es que, sea cual sea el rumbo de los acontecimientos, debemos seguir participando activamente en la construcción de una alternativa política de los trabajadores.

En conclusión, el próximo período, aunque turbulento, ofrecerá oportunidades para que se argumenten las ideas de una alternativa socialista. De ahí la necesidad de intensificar la construcción del MDS política y organizativamente para poder intervenir en los acontecimientos y luchas que podrían desarrollarse en el año 2022.

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